Manuel de los Santos, Agujetas de Jerez, ha sido el último exponente del cante de fragua. Persona y personaje único, último representante de una forma de hacer y entender el flamenco: primitivo, ancestral, de raíz. Texto: Rosa Pérez Riesco.
A Agujetas le venía su cante de ecos remotos interiores, “Yo me pienso, me sueño el cante todas las noches”. Como creemos se gestó el flamenco en sus inicios, con el grito de rabia y rebeldía existencial.
Manuel Agujetas era una de esas personas y cantaores que no dejaba indiferente a nadie. O le amabas o le odiabas. Su carácter de hombre libre, defendía una genética pura con orgullo: “Yo soy el Rey del cante gitano”. Había heredado toda una geografía del cante jerezano cien por cien, que recopiló gracias a las enseñanzas a pie de fragua de su padre Agujeta el Viejo “una enciclopedia viva del cante de Jerez”; y esa rebeldía que nacía de siglos de humillación y que le llevó a romper todas las reglas y convencionalismos. Esa bendita conjunción dio lugar a un cante sin artificio, que le salía de natural preciso. “Un cante bruto” como él mismo decía de su forma de cantar con 30 años. “Para cantar bien tienes que haber sufrido y tienes que tener 70 años o más”, sentenciaba en la verdadera película que rodó Dominique Abel “Agujetas, cantaor” (1998).
Los aficionados que han tenido la fortuna de escuchar a Manuel Agujetas en una noche sembrada saben de qué estoy hablando. Se trataba de un hombre de una pieza, luminoso y oscuro, que ponía en tensión un poco al límite a su público, que igual lloraba que reía; que aplaudía o gritaba nervioso. La catarsis frente a una experiencia desnuda. A pesar de que Agujetas siempre decía que eso del duende era mentira, “cosillas para asustar a los niños, como el coco”.
Independientemente del temple con el que cada uno haya sentido su personalísima forma de cantar, hay unanimidad total en señalarle como el mejor intérprete en las últimas décadas en los cantes a palo seco y en el cante por seguiriya y soleá. Grabado ha quedado para la historia del flamenco el martinete que interpreta en la película de Carlos Saura “Flamenco”, una voz añeja, sola, anterior a los tiempos, acompañada por ese asombro en la mirada. Caída al pozo de lo jondo, el de los primeros cantes flamencos.
Profesionalmente, se presentó al público pasados los 30 años, en 1970 grabó su primer disco y en 1977 le reconocieron con el Premio Nacional de Cante de la Cátedra de Flamencología. Sobre su peculiar y genuino cante, el flamencólogo Manuel Ríos Ruiz, decía: “Escuchar a El Agujetas, es para todo buen cabal, como enfrentarse con lo insólito. Hay que remontarse al ayer… cerrar los ojos y creer en la resurrección de Manuel Torre. Luego abrirlos y percatarse de que el tiempo no ha pasado, porque El Agujetas lo mantiene estático, atrapado en la garganta ¿Quién ha dicho que el cante jondo se muere? El cante no puede perderse, lo lleva un gitano de Jerez atesorado en sus sentimientos, por pura naturaleza, por designio de Undivé… Está en auténtico estado puro. Canta y se entrega por las de la ley. Nada de recursos profesionales ni de fáciles maravillas. Ninguna afectación.”
PUREZA
En la última entrevista, realizada por Paco Múgica, publicada (y grabada) por el diario jerezano La voz del Sur, en septiembre de 2014, días antes de su actuación en La Bienal, Agujetas afirma rotundo, lúcido sobre la pureza del cante: “Yo fui el último que salió. Cuando yo salí llevaba Chocolate treinta años; 30 años, Terremoto; 30 años, La Paquera; 40 años llevaba Mairena… Yo fui el último que salió. Salió un año después el Camarón…” Se señalaba a sí mismo como el último bastión del flamenco puro, un luchador contra viento y marea, que atravesó el desierto sin agua en un tiempo en el que lo que se llevaba (y de lo que se vivía) era innovar, mezclar, flamenquear… “Se está perdiendo tó. Todo moderno. Yo no paraba de cantar y cantar, y ahora todo el mundo quiere flamenco puro», decía en 2014.
Agujetas se lamentaba a menuda de la falta de reconocimiento que tenía en España y cómo fuera se le valoraba de verdad, en Japón, EEUU, en Francia: «Aquí te pones a cantar y unos hablando, otros comiendo pipas… Llego a Francia, empiezo a cantar y no habla nadie. Nadie. Cuando me levanto, los chillíos… Porque son hombres que saben de música. ¿Pero aquí? Aquí no es que no haya respeto, es que no saben».
ÚLTIMA ACTUACIÓN
Agujetas, con el zarpazo de la enfermedad en el cuerpo, que no en la voz, estuvo dando su último concierto en Jerez, en marzo de 2015, en el tablao La Guarida del Ángel.
Dicen los cronistas que estuvo cerca de dos horas cantando en un concierto sembrado de momentos inolvidables. Soleares y seguiriyas, de esas que ya nadie canta, de esa manera como era él, que parece que le hicieron y rompieron el molde.
“En él no existen los conjuros mágicos que desembocan en propuestas que ni se entienden ni se sienten. En su cante se recogen los melismas auténticos de una generación pasada.
Escalofriante son sus miradas a Carapiera o a Manuel Torre, pero él es él. No lo comparen con nadie porque su estilo es exclusivo. No es habitual verlo en salas de este tipo, y por eso se apreció la cercanía con un hombre robusto y de carácter”, escribe Juan Garrido sobre esta actuación, mítica ya, en El Diario de Jerez.
CANTE SOÑADO
“Yo todas las noches ensayo. Hasta durmiendo. Me levanto por la mañana, y me duele la cabeza, de haber estado dándole vueltas al cante, a aquella letra que no venía, y de pronto viene. De aquí, de algún sitio de dentro. Me enjuago la cara y ya estoy bien”, dice serio a la cámara.
Agujetas era un profesional en toda la regla, que no descansaba ni durmiendo. Pero esta forma le venía como sino. Era su estrella, algo con lo que había nacido, consustancial “las letras las hace la vida”, y le hacía profundizar más y más. “Yo ensayo a diario. Esto no se puede quedar parao –decía señalando la garganta-. Muchas veces hago voz sentado aquí, una hora o una cosa así. Porque si no, se cierra la voz. La boca tiene que estar abierta. Si te quedas parao se va cerrando y después, ¿cómo va a salir la voz?”.
Su discografía es imprescindible para todos los que quieran conocer las raíces del cante flamenco. Pero señalemos el disco “En la Soleá”, de 1997, con Curro de Jerez a la guitarra. En él, Agujetas recreó cantes clásicos de Manuel Cagancho, Paco la Luz, Joaquín el de la Paula, el Mellizo, Cepero o Manuel Torre. En la presentación del disco, el flamencólogo Paco Almazán comentaba “¿No es su grito seguiriyero al filo, azaroso de la vida y de la muerte, la voz más arcaica, oscura y castigada, la voz de tantas voces entrañadas, hasta cierto punto en la de un pueblo, Andalucía, que impregnan nuestro devenir vital, aunque solo sea porque sobre el blanco España de un mural que tantas veces exhibió la estampa flamenca de lo español, los gitanos han puesto su garboso acento rebelde y libertario?”.
“A veces empiezo una letra y me salen 300, aunque ojo, las letras las hace la vida”, solía decir. Y también que todo era así, natural: “Según me voy encontrando, con la ayuda del de Arriba».
Libre. Ninguna palabra ha encajado mejor en un hombre, que ésta en Agujetas. En nuestra memoria, siempre, el Rey enamorado del cante, que cada noche soñaba con su Amor.
Agujetas, ¿y quién va a soñarnos el cante ahora?
Selección Discográfica:
Viejo cante jondo, 1972
Premio Manuel Torre de Cante Flamenco, 1974
El color de la hierba, 1978
Agujetas en París, 1996.
Agujetas en la soleá, 1998.
El querer no se puede ocultar, 1998.
24 quilates, 2002.
El rey del cante gitano, 2003.
Magna Antología del Cante Flamenco, Volumen 3, 2008.
Agujetas: Historia, Pureza y Vanguardia del Flamenco, 2012, antología de cinco discos.
Documentales:
Rito y Geografía del Cante. 1972. Volumen 8. RTVE
Agujetas, cantaor. 1998. Dominique Abel
Flamenco. 1997. Carlos Saura.
Bibliografía:
La Discografía ideal del cante flamenco. 1995. Ángel Álvarez Caballero.
Historia social del flamenco. 2010. Alfredo Grimaldos.
Documental Agujetas, cantaor. Dominique Abel
Documento audiovisual. Entrevista Agujetas, el hombre y el mito: «El flamenco es mentira», de Paco S. Múgica en https://www.lavozdelsur.es/agujetas-el-flamenco-es-mentira