Blanca del Rey, la gran dama del baile flamenco, ha aportado a la historia del baile recreaciones propias que han dado la vuelta al mundo. Debutó con doce años como profesional en el tablao cordobés El Zoco. A los 14 años llegó a Madrid, y se quedó en el Corral de la Morería. Aquí conoce a su futuro marido, Manuel del Rey. Su boda conlleva la retirada durante unos años para dedicarse a su familia. Años que dedica también a estudiar Historia del Arte. Esta conjunción maravillosa entre un espíritu libre y el estudio del arte, evoluciona hacia una forma de danza personalísima, cuya creación aún perdura. Presenta sus coreografías donde aúna pureza jonda y flamenca junto a un clasicismo e innovación peculiares. Así, crea uno de los bailes más originales y de una belleza plástica singular en la historia del baile flamenco: la soleá del mantón. Foto: @PacoManzano
Galardonada con los premios más significativos del mundo de la danza y el flamenco, ha sido representante de la danza española ante la Comunidad Europea y ha trabajado en proyectos para la UNESCO, ballets internacionales, Premio Santo Tomás de Aquino de la Universidad de Córdoba…
- De la larga trayectoria artística de Blanca del Rey llama la atención la conjunción exquisita de pureza flamenca y elegancia clásica, unido a la innovación y originalidad en sus coreografías….
Del alma nacen los sentimientos y toda la fuerza expresiva que llevamos dentro. Hay que cuidar esa fuerza porque puede degradarse en nervios y agresividad, llegando a vulgarizar ese sentimiento que nace en el alma. Pero el alma, entendida como lo más sagrado del ser humano, de donde mana el amor y otros sentimientos superiores, forma parte del misterio del ser humano, y de ahí sale el arte. Lo demás es profesión, aprendizaje…
Mi baile viene de lo más hondo. Siempre fue así, soy flor silvestre. Mi mente no está configurada, es anárquica y libre. A veces pienso que lo que parece ser lo peor, a la larga resulta ser lo mejor. De chica, no pude ir a la escuela de danza. Pero empecé muy pequeñita a escuchar la guitarra y el cante, y fueron mis fuentes de aprendizaje. Tuve el privilegio de escuchar a los antiguos: El Niño del Lunar y el Merengue de Córdoba .
Este aprendizaje de la vida da como resultado tu propio parto, tu propia forma de expresión individual y única. Entonces nace la originalidad, el no parecerse a nadie.
- Otra seña especial en Blanca del Rey es su trayectoria internacional, y el haber llevado el flamenco a las más altas esferas, siendo la representante ante la Comunidad Europea de la danza española (1989). Participa en festivales internacionales y en proyectos bajo el patronato de la UNESCO , como el que hizo con Yehudi Menuhin y Ravi Shankar…
Esta proyección parte de cuando vinieron a verme bailar al Corral, el presidente de la CE, Jacques Delors, y el vicepresidente Lorenzo Natali. Tras la actuación, me propusieron como representante de la danza española. En esta etapa con mi compañía de danza recorrimos el mundo y participamos en proyectos muy interesantes como el que ha mencionado con Menuhin y Shankar.
.- Anteriormente estuvo dedicada unos años a su familia, al estudio del arte, del flamenco, de la antropología…
Al nacer mis hijos me retiré de los escenarios y aproveché para estudiar Historia del Arte, y profundizar en el arte flamenco, sus raíces, su antropología, su misterio. El estudio de las artes, de la pintura, la escultura me ofrecieron visiones plásticas que más tarde trasladé al baile flamenco, fue como una improvisación espontánea que surgió del conocimiento profundo de otras artes. Encontré nuevas maneras expresivas, las posturas, el movimiento de los brazos, como palomas, como flores. Integrando estas nuevas maneras a mi baile. La técnica sirve para no tener carencias y ser libre en tu baile. Pero cuando surge esa chispa, esa conexión especial, es cuando estás improvisando y de pronto brota ese algo especialísimo y original que te conmueve y lo transmites a los demás.
- Ha recibido el Premio Internacional Cultura Viva; el premio Calle de Alcalá, de Madrid, el Premio Nacional de Flamenco, otorgado por la Cátedra de Flamencología de Jerez, y un largo etcétera.
En esto de los premios hay dos calles. Una, que se otorga a las figuras mediáticas, y la otra, que es cuando se premia la trayectoria del artista que ha aportado cosas nuevas. En este caso, es un orgullo y una satisfacción, este reconocimiento por haber aportado al flamenco cosas nuevas.
- Como el baile de la Soleá del Mantón, único en su género, bellísimo. ¿Cómo surge la idea?
La interrogación es mi guía. El dibujo del signo conlleva la búsqueda y el encuentro. Y el arte es liberador. Te da la llave para la evasión. Es una salida, pero hacia el interior.
Luego se dan las claves, se producen los “chispazos”. El primero, los cuadros de Julio Romero de Torres. Recuerdo una maestra que nos llevaba a ver sus cuadros en Córdoba, y esas pinturas siempre me han acompañado, las posturas, la profundidad en la mirada… Y el segundo, fue con la visión de un film de Manolete. Mi amigo, el escultor Luis Sanguino, una tarde en su estudio nos proyectó una película del torero, que me impresionó mucho. A los pocos días y en un ensayo, mientras me estaba cambiando, empezaron a guitarrear por soleá, y ahí surgió. Me puse a jugar con un mantón que me había regalado el tío de mi marido: una preciosidad de más de 120 años; y estuve cerca de media hora improvisando. Mi marido quedó impresionado – ¿has visto lo que has hecho?-, me dijo. “Esto lo tienes que hacer pero delante del público y de la prensa”. Yo no quería, pero él sabía cómo retarme, y de ahí surgió mi famosa Soleá del Mantón, que la presentamos aquí en el Corral y tuvo una repercusión mediática desde el primer día.
- Te has retirado del baile, pero continúas con clases magistrales, nuevos proyectos, una coreografía de la Soleá del Mantón para el Ballet Nacional…
Es una experiencia maravillosa. Tenemos un Ballet Nacional muy profesional, con mucho talento, con una gran trayectoria. Bailarines muy preparados. La obra se llama Alento & Zaguan y participo en la coreografía con mi creación la Soleá del Mantón. En el estreno, en el Teatro de la Zarzuela de Madrid, hice la introducción para dar el testigo a la primera bailarina, algo parecido a un ritual.
Y en año y medio, con motivo del 60 aniversario del Corral de la Morería, publico un libro sobre la historia del Corral, dedicado a mi marido Manuel del Rey, que fue un visionario, y cuya actitud fue un ejemplo para todos nosotros. Visionó un espectáculo flamenco de calidad en el que se cenara lo mejor. Pero, “cómo -le decían- vas a tener a la gente cenando mientras en el escenario se baila y se canta”. “Ya lo hacían los romanos –contestó-, y España fue romana…”
Y aquí está su obra, el único tablao-restaurante en el mundo, de calidad 5 tenedores, donde solo en cocina trabajan 14 personas, asesorados por relevantes cocineros, de reconocido prestigio.