La trayectoria y legado de Carmen Linares al flamenco la convierten en una de las artistas fundamentales en la creación y desarrollo de este arte. Su sensibilidad, y conocimiento de los palos del flamenco; su trabajo para adaptar al cante el poemario de grandes poetas, como Miguel Hernández, García Lorca o Juan Ramón Jiménez; y la vindicación del cante de mujer, con su aportación histórica “Antología del cante de mujer”, uno de los discos más notables del flamenco del siglo XX, son a nuestro juicio las tres grandes columnas en las que se asienta esta leyenda del flamenco. Entre los numerosos reconocimientos y premios a su obra destacan la Medalla de Oro de las Bellas Artes, el Premio Nacional de Música, y la Medalla de Plata de la Junta de Andalucía. Por Rosa Pérez
- Carmen, como cantaora que has rescatado para la historia una Antología del cante de mujer, ¿crees que en el flamenco hay machismo?
Nunca sentí de cerca el machismo en el flamenco, pero es evidente que siempre ha estado presente. En mi casa tuve suerte, padre fue un gran aficionado y siempre respetó y alentó mi afición al cante flamenco. Sin embargo, en otras familias, en otros círculos sí era más patente el machismo. Los padres, los novios, los hermanos se mostraban reacios a que sus hijas, novias, hermanas se pudieran dedicar al espectáculo, y más en determinadas épocas en las que no había la conciencia que hoy tenemos, y esto no quiere decir que ahora se haya erradicado, pero sí tenemos más información y el flamenco ya no esta tan mal visto como antaño.
Mi padre tocaba la guitarra y siempre incentivó mi afición, siempre me comentaba que yo tenía el don del cante y que eso es algo que Dios te da para el disfrute, propio y para los demás, así es que en mi caso todo fueron facilidades. Pero no hay duda de que el machismo estuvo y está en el flamenco, como lo está en la sociedad, basta con estar atento a las noticias diarias.
- ¿Entonces tú siempre te has sentido respetada?
Sí, siempre me he tomado esto del cante como una cosa muy seria y los demás también han apreciado esta seriedad, claro que ya llevo mucho tiempo en esto y me puedo tomar ciertas licencias, colaboro con quien yo veo que tengo conexión. Si deseo hacerlo con un grupo de rock, por ejemplo, pues lo hago, son batallas pequeñas que cada uno tiene que librar para sentirse libre y sin perjuicios en la creación. La libertad es muy importante para ir creciendo artísticamente.
- ¿Y qué dirías entonces a los que defienden la pureza del cante?
Una tiene que ser fiel a sí misma y no coartarse. El artista tiene el deber de hacer lo que siente. Hubo un tiempo en el que la libertad estaba solo ligada al ámbito político, pero ahora en el plano artístico flamenco yo lo defiendo. En el disco de “Raíces y Alas” de Juan Ramón Jiménez se define muy bien: ‘alas que arraiguen, raíces que vuelen’. Si no tienes raíz no puedes volar y si quieres volar tienes que tener raíz.
- Carmen, en tu obra, siempre has dado protagonismo a las letras y has acercado los grandes poetas al flamenco, ¿cómo has ido desarrollando esa elección de las letras en tu cante?
Las letras son algo muy importante en el flamenco. Aunque muchas de ellas son populares, yo quise hacer una incursión en la poesía cuando hicimos el disco con letras de Manuel Machado, y luego con García Lorca. Enrique Morente posiblemente fuera el primero en hacer acopio de los poetas para sus cantes, al menos fue al que yo escuché por primera vez cantar a Miguel Hernández. Me gustó tanto, que él abrió una puerta muy importante a los que no nos atrevíamos o no se nos había ocurrido en esos momentos.
- Muchas de las letras flamencas antiguas tratan el tema amoroso desde la violencia machista, ¿crees que se deberían renovar las letras o dejar de cantar aquellas que atentan a la dignidad de la mujer?
Yo creo que hay letras flamencas que ahora mismo están fuera de lugar por la orientación machista que marcan, al menos yo no las canto. Hay letras que cantan hombres que llevan una carga muy negativa para las mujeres. Yo siempre he cuidado mucho las letras, desde el principio de mi carrera, me parecen importantísimas, y elegía letras populares, pero creo que con buen criterio, buenas letras. Buscaba que tuvieran que ver conmigo, y que dijeran algo que yo sintiera, como esta que me pedían mucho las mujeres: ‘tú ya no mandas en mí, me peine como me peine, ya no me peino pa ti’, en fin, siempre he procurado buscar letras hermosas, que digan algo, y que tengan el aire del cante, ese carácter adecuado para cada cante, según sea para seguiriya o soleá o bulería…
- ¿Ayudó a ese renovación esa generación de flamencos tan brillante de la que formas parte?
Sí, hubo un momento brillante con tantos artistas implicados, no solo del cante, también escritores, pintores, poetas, una circunstancia especial que dio lugar como a una generación paralela a la del 27, con diferencia de edad, pero con unos poetas fabulosos como fueron García Lorca, Pablo Neruda, Jorge Guillén, Vicente Aleixandre. En esta hornada, estaban José Ménese, Enrique Morente, El Lebrijano, Camarón, José Merce… Y todos nosotros fuimos contemporáneos también de los “clásicos”, de El Chocolate, Bernarda y Fernanda de Utrera, La Paquera, Fosforito, Antonio Mairena, en fin… que en nuestra generación hemos tenido la oportunidad de gozar y aprender de ellos, cogiendo esa estela de una época dorada del cante y llevándola a otras experiencias, dándole un sentido más actual y con la ilusión de abrir caminos a las generaciones que vinieran por esta senda que es el flamenco.
- Y además, estaban los intelectuales apoyando la difusión en la Universidad y en los ámbitos artísticos en general…
Claro, en esta época estaban Ortiz Nuevo, Félix Grande, Moreno Galván, Gutiérrez Carbajo, Andrés Raya, Paco Almazán, Alejandro Reyes…, recuerdo que hicimos una actuación con poemas de Manuel Balmaseda, que me los facilitó Ortiz Nuevo. Manuel Balmaseda fue un ferroviario, un analfabeto que no sabiendo escribir hacia unos poemas fantásticos, que le transcribían los compañeros. Con ellos se editó un librito titulado Primer Cancionero Flamenco, precioso, toda una curiosidad.
Y efectivamente, otro hito fue que abrimos las puertas del flamenco a la Universidad. Se programaban recitales en la Complutense, en la Autónoma, en los Colegios Mayores… recuerdo el ambiente en el San Juan Evangelista, en el Isabel de España… Fue una época muy emotiva, ilusionante, todo un movimiento en contra del régimen. Estábamos trabajando por un modelo de sociedad nueva y con una perspectiva más cultural. Aquí entró de lleno el valorar el flamenco de otra manera y de apreciar el gran patrimonio que teníamos, que hasta entonces había estado relegado a un tipismo que estaba ya caduco.
- La Antología de cante de mujer (1997) es uno de los discos más importantes que se han grabado en flamenco ¿fuiste consciente de ello?, ¿cómo nace este trabajo?
Esto surgió porque yo estaba investigando los cantes de mujer antiguos, para integrarlos en mis recitales. Cantaba cantes por malagueñas de La Trini, de La Peñaranda; la soleá de La Serneta…, mujeres con mucha enjundia flamenca. Un día me planteé hacer un disco con estos temas, y hablando con Álvarez Caballero, me animó a hacer algo más ambicioso, una antología. Trabajamos mucho en ella, investigando, recogiendo lo más verdadero, lo olvidado, recuperando tanta belleza. Se lo propusimos a Polygram, pero el proyecto se quedó en un cajón, luego a los ocho años volvió a surgir la idea y se vio que era el momento. Ese tiempo a mí me vino muy bien, porque maduré como artista y creo que el resultado fue muy positivo.
- La investigación, el trabajo esmerado protagonizan todos tus proyectos, como este último disco-libro cuidadísimo Verso a verso, dedicado a Miguel Hernández…
Tuvimos que crear un sello discográfico, Altafonte, para hacer un disco a nuestro gusto, con esmero, como yo quería hacerlo. Hicimos primero el disco de Juan Ramón Jiménez, Remembranzas, grabado en directo desde el Teatro de la Maestranza; y en 2017 Verso a verso, con poemas de Miguel Hernández. Se presentó en edición de lujo acompañado de un libro de 70 páginas, con las letras de Miguel Hernández y textos de Antonio Muñoz Molina. Conté además con las colaboraciones especiales de Silvia Pérez Cruz y Arcángel.
Un compromiso el de Carmen Linares, con el flamenco, más allá de lo profesional. Una denuncia, sobre el descuido de las políticas culturales hacia el flamenco, la falta de apoyo a un arte tan bien valorado fuera de nuestras fronteras y que aquí, en su cuna, es todavía un amigo desconocido para gran parte del público, que lo relaciona todavía con anticuadas y rancias historias que no representan a esta expresión cultural única en el mundo, y patrimonio de él.