Entrevista con Fátima Rü, que lanza nuevo álbum «Esperanza». Una artista muy especial que se acerca al flamenco de manera diferente: “Entiendo la pureza como destilación y cultivo de la propia voz interna desde el amor y la gratitud a las fuentes y no como una imitación de lo antiguo”.
– ¿Cómo llegaste al flamenco?, ¿de dónde viene esa inspiración y gusto hacia el flamenco?
Mi inspiración flamenca nace siendo niña, a través de las coplas de mi madre, el sonido de la radio de casa, las vecinas en los patios, las calles, los paisajes y la poesía del sur, la mar… Nací en Algeciras y, aunque me vine a vivir a Madrid, esos aires flamencos de raíz siguieron acompañándome.
Has creado un estilo personal de fusión. ¿Cómo lo definirías? ¿Cómo has llegado a él? ¿De qué fuentes has bebido para darle forma?
Me va saliendo una música intimista y acústica de aires flamencos, colores mediterráneos y atlánticos, sones de ida y vuelta, cantes desnudos y sutiles, fusionada con el jazz, la copla, el bolero. Su impronta mana de la música y la poesía andaluzas y evoluciona desde la escucha sensorial y cotidiana y la comunicación con otras artes y otras personas. Me siento mujer migrante, bebo de las fuentes y de las ubres de las músicas de raíz.
Entiendo la pureza como destilación y cultivo de la propia voz interna desde el amor y la gratitud a las fuentes y no como una imitación de lo antiguo. Siento que la intuición, la libertad y el intercambio son esenciales en el proceso creador. La pureza para mí también tiene que ver con estar cerca de las raíces, el silencio y los sonidos naturales, con la no violencia y el respeto a la vida y a ciertos valores. Un arte sano y honesto, ética y estética.
¿Qué lugar ocupa el flamenco en tu vida y en tu propuesta artística?
El flamenco me aporta la raíz y los colores, y lo demás deviene libre. El flamenco es un puro zoco, como bien sabes, un crisol y un espacio de intercambio. Siento un profundo respeto por el flamenco tradicional y los artistas que lo acometen. Es un arte difícil y exigente, muy rico e intenso…, es un misterio infinito, un aullido que toca las entrañas, la negrura y también las estrellas. Quizá la fusión permite al flamenco desplegarse con más apertura y relacionarse con otras músicas.
¿Qué artistas flamencos te inspiran más?
Me inspiran los artistas originales, los artistas con ingenio, los que investigan y ahondan en las fuentes y las raíces y a la vez abren límites y rompen moldes, mimando el origen, sus huellas y sus improntas; los artistas personales que generan su propia voz y sus matices, los que conocen y se sumergen en la memoria y a la vez se atreven a imaginar y abrir sonidos y horizontes nuevos.
Sabemos que además de tu repertorio propio también ofreces espectáculos con clásicos del flamenco y de la copla. ¿Qué significa para ti interpretar estas canciones?
Para mí es un gozo, un honor y un agradecimiento revivir el contenido popular de las coplas y los cantes de nuestra memoria, resignificarlos, hacerlos vivos y presentes. Interpretarlos me regala una visión y una vivencia directa de la inspiración, los paisajes, las escenas, emociones, alegrías y quebrantos de ese tiempo y de es@s compositor@s que las crearon.
¿Qué músicos te acompañan en esos conciertos?
Una buena guitarra flamenca… que pueda abrirse desde dentro a una orquesta imaginaria…
¿Qué te sirve de inspiración para tus composiciones?
Cualquier cosa que me haga sentir, sonar, soñar o navegar en un espacio libre donde se hagan presentes el silencio y la escucha.
La naturaleza en general y el mar en particular están muy presentes en las letras de tus canciones, ¿Qué significan para ti?
Para mí son valores directos y no conceptuales, paisajes, luces y movimientos que me revelan una inspiración o un sentido, sin juicios ni dualidades.
Las canciones de Esperanza son más desnudas que las de tu anterior disco, Mar de lirios, se aprecia un proceso de depuración. ¿Por qué? ¿Qué has buscado con ello?
Precisamente eso, la desnudez, la simplicidad, destilar, depurar, me atrae la creación que precisa de pocos elementos externos, la fuerza sencilla o simple del contenido.
Has grabado este disco con los mismos músicos que el anterior. ¿Qué papel desempeñan en tus composiciones? ¿Cuál es tu relación con ellos?
El ensayo, el directo y la grabación con una familia musical propia es como la leña, la candela y el puchero, una artesanía fraterna. Los músicos que acompañan al autor le permiten poner en el mundo sus canciones.
Sin mis compañeros me canso muy pronto de mi propio circuito cerrado… necesito la riqueza del intercambio y del trabajo en equipo. En la música se debería valorar mucho más la importancia de los arreglos y de la producción, que para mí es una tarea de alquimia, entrega y reunión muy bella, rica, generosa y paciente que, además, permite descubrir un método conjunto que a veces tiene mucha gracia.
¿Cómo han llegado a ti los dos colaboradores que han participado en el disco, Jorge Pardo y Manuel Machado? ¿Qué significan para ti?
Llegaron por pura y libre generosidad. Me conmueve llamar o pedir una colaboración, sin demasiada insistencia, y que se me ofrezca con tanta entrega y naturalidad, me siento profundamente agradecida. Significa una transmisión muy bella, el regalo de un linaje que te inspira y te ayuda a crecer.
¿Cómo está siendo la recepción del disco? ¿Y la respuesta del público en los directos?
En lo que se refiere al sentir, a la química, al resonar conjunto y al intercambio humano está siendo muy nutritiva. En “lo comercial” camina despacio. Aunque no aspiro a lo masivo sino a lo sincero, me gustaría visibilizar más nuestro aporte para seguir construyendo y dignificando este esfuerzo amoroso. El directo lo siento de manera intuitiva, corporal, sensorial, como un pequeño ritual compartido.
¿Tienes algún nuevo proyecto en mente?
Sí, tengo varios proyectos, pero florecen en su momento, parece que tienen vida propia… Me dejo llevar por la escucha de lo que me va tocando, no solo en lo individual, sino en el imaginario que nos circunda y que vamos reconstruyendo con nuestro crear.
– ¿Cómo vivís los músicos el momento actual?, ¿la pandemia te ha servido para crear o todo lo contrario?
Parece que todos los momentos han sido difíciles para aterrizar en el mundo el arte y la creación, precisamente por ser un patrimonio inmaterial y fronterizo que conjuga lo corporal y lo intangible, lo visible y lo invisible, lo concreto y lo sutil, lo íntimo y lo tribal… aunque la creación es un puro despliegue de vida y se busca sus propios vericuetos, sus vueltas y sus caminos para revelarse…
La situación de pandemia me ofreció preciosos ingredientes para crear: el silencio, el espacio y no tener prisa.
– ¿Qué proyectos tienes en la actualidad?
Mis nuevos proyectos van naciendo y desgranándose desde la escucha en presente. Justo antes de la pandemia tenía prevista la grabación de un disco que he pospuesto porque sentía la necesidad de componer Esperanza para canalizar los contenidos que me despertaba ese preciso momento. Así que sigo a la escucha…
¿Cómo ves el panorama musical? ¿Crees que es un momento especialmente complicado para los músicos?
Lo resumo con una letra flamenca: “debajo de la hoja de la lechuga está mi amante malo con calentura”…
Muchas gracias a Zoco Flamenco por mimar, abrir y brindar este espacio de intercambio y encuentro.
Si te ha gustado nuestra entrevista de flamenco a Fátima Rü, no dudes en ponerte en contacto con nosotros o suscribirte a nuestro boletín para estar al tanto de toda la actualidad del flamenco.