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Paloma Fantova: “Los bailaores nos partimos todos los huesos del cuerpo, y la gente no se da cuenta de eso”

Paloma Fantova ha hecho llorar a otros con su baile. Lo sé porque lo he visto. Nunca se sabe, cuando Paloma va a bailar, qué va a pasar: ni ella misma sabe por dónde va a salir. Ninguna vez es igual a la anterior, pero en todas no cabe duda de que está poniendo todo su cuerpo, todo su corazón y todo el arte que lleva arraigado en las entrañas. Espontánea y valiente sobre las tablas, empezó a bailar de niña en su Puerto Real natal, con su padre como profesor, y sólo ha parado durante sus embarazos. A finales de este año volverá a presentar su último espectáculo, Cuna. La entrevisto durante el parón de su segunda gestación. Espera una niña. Por Lucía Ramos Aísa, periodista. Foto @RafaManjavacas

¿Qué hace una bailaora cuando no puede bailar?

Me subo por las paredes. El baile es mi vida, es lo que llevo haciendo desde que soy una niña. Yo no me considero una bailaora, es que forma parte de mi vida. Cuando me sale no me puedo parar quieta. Hoy hace un rato estaba escuchando a mi hermana La Tana cantar y estaba ya que no me podía contener, es que cuando lo llevas dentro es algo vital y me hace falta en mi día a día como el respirar o el comer. Es como que me han arrancado algo, de momento, pero volveremos, volveremos con más ganas.

¿Qué achaques tienes a los 8 meses de embarazo?

No me duele nada, tengo ardores y estoy muy cansada porque tengo también a mi niña, la mayor, que es muy chiquitita todavía. Pero a todo se hace una mujer porque somos poderosas, estamos preparadas para eso y para más.

¿Te costó volver a bailar después del primer parto?

No. Evidentemente te cansas un poquito porque es mucho tiempo sin subirte a las tablas y ya no tienes ese fondo físico, pero a los cuatro días de volver a bailar estaba igual. Cuando me quedé embarazada paré desde el primer momento que me enteré. Estuve los 9 meses parada, sin hacer nada, porque me daba miedo, porque yo no tengo un baile tranquilo.

¿Has tenido problemas por llevar un bebé contigo?

No. Donde voy yo, van mis hijas, y si no van mis hijas no voy yo. No quiero que mis hijas se pierdan a su madre por su profesión. Antes que mi profesión, soy madre.

¿Te gustaría que tus hijas se dedicaran al flamenco?

Me gustaría que lo llevaran, pero también siendo sincera quiero que estudien. Yo he estudiado, hasta mi bachillerato, todo hecho, siempre me lo ha inculcado mi padre. Me decía: si no estudias, no hay baile. Y yo para mis hijas lo prefiero porque tal y como están las cosas ahora con el flamenco, mejor que estudien.

¿Está más difícil que antes?

No te dan una estabilidad económica para poder vivir. Si mis hijas encuentran algo en el flamenco que les guste y les hacen sus buenos contratos, les pagan bien, y lo llevan todo en orden, gloria a Dios. Pero es que hoy día no lo están haciendo en ningún lado, o en muy pocos sitios. Lo tengo que decir, si no lo digo reviento. Yo me ilusiono cuando veo a mi niña que ya sale a bailar, pero es que este mundo es muy sacrificado. Cuando nos subimos ahí, los bailaores, nos estamos partiendo todos los huesos del cuerpo, un día, y otro día, y otro día. Eso lo sufrimos los artistas, pero después la gente no se da cuenta de eso. Lo hacemos gustosamente porque es lo que amamos, pero no deja de ser muy sacrificado en todos los aspectos. Y ese conocimiento los de afuera no lo tienen.

Cuéntame eso de que te descubrió Camarón.

Te puedo contar lo que me ha contado mi padre. Yo tenía tres añitos. Yo estaba en una plaza en un festival que había en San Fernando. Estaba llorando porque yo quería que me subieran al fin de fiesta, como hace ahora mi hija Ana conmigo, que llega el fin de fiesta y ella sabe que es su momento. Pues me dijeron que no me podía subir porque era muy chiquitita, y yo estaba llorando. Y entonces la leyenda del cante, Camarón, me vio llorando y me dijo: “Sobrina, no llores, ponte ahí y báilame a mí, su tío, y me cantó y yo le bailé”. Así fue mi historia con Camarón.

La foto tuya que sales muy chiquitilla, has contado que es en la Plaza de Toros de Jerez, estaban La Paquera y el Torta. ¿Te acuerdas de eso?

Sí, hombre, claro, era una fiesta de la bulería. Me acuerdo que estaban El Torta, La Paquera, Enrique el Extremeño, Moraíto… eso eran fiestas de la bulería, ya no es como antes. Antiguamente tenían encanto porque llegaban los artistas, se subían y cantaban y ahí nadie sabía lo que iba a pasar. Ahora, hoy día, como está todo evolucionando como ellos lo llaman, está todo montado, llevan un espectáculo organizado, argumentado, dirigido por algún artista, pero antiguamente no era así.

La manera de llevar algunos espectáculos hoy día, no tengo nada en contra, soy la primera que me siento a ver a mis compañeros y lo disfruto. Yo creo que el problema no somos los artistas sino las personas que venden algunos espectáculos como flamenco: si tú dices que es un espectáculo de flamenco, yo interpreto que voy a ver un espectáculo flamenco de principio a fin, pero muchas veces son espectáculos donde introducen algo de flamenco, pero no un espectáculo de flamenco.

¿Notas mucha diferencia entre el mundo de flamenco de Madrid y Barcelona?

Muchísima. Ahí la gente se preocupa por querer aprender más y más flamenco. Y yo he trabajado y vivido 12 años en Madrid, y ahora llevo 9 en Barcelona. En Madrid están siempre en Amor de Dios todos los flamencos, y todo el mundo va a tomar clases, aquí no. Allí van maestros y los alumnos se dan patás por aprender de todo el mundo, aquí no. Allí hay afición, aquí no. Y después, el tema de ir a ver a los compañeros. Yo he salido de bailar de un tablao, de hacerme cuatro pases, y  me he ido a ver a un compañero a Casa Patas. Aquí no lo hacen.

¿Por qué?

No sé, hija, pregúntaselo a ellos. Es que viendo se aprende también, y si no se puede uno encasillar. Es como el guitarrista que es de Jerez y no sale del encasillamiento de guitarrista de Jerez. Te voy a poner un ejemplo: ¿por qué Diego del Morao es Diego del Morao? Porque tiene todo el rollo de Jerez pero se fue a Madrid, fue listo, y abrió el horizonte. Aquí ves bailar a las niñas y bailan todas como las maestras, tú no ves sello propio. En Madrid sí se ve eso.

Hoy es 8 de marzo, Día de la Mujer. ¿Te consideras feminista?

Hombre, te lo he dicho antes, las mujeres estamos hechas para todo, cariño. Somos poderosas. Una mujer vale por mil. Y yo soy feminista totalmente.

¿Qué sueño te queda por cumplir?

Ninguno. Gracias a Dios he bailado en todo el mundo, ya tengo mi casa, mi marido, mi familia, mis dos niñas, tengo a Dios conmigo que es lo primordial en mi hogar y en mi vida. Me encomiendo en sus manos y todo lo que me venga será para bien. Feliz soy, no necesito más en la vida.

Qué gusto, Paloma.

La verdad. Y con un huevo frito, y un tomate con sal abierto por la mitad, soy feliz.

 

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