“La Peña de Los Cernícalos se fundó hace 50 años, siendo la tercera peña fundada en España. En 1969 comenzamos a plantearnos cómo la hacíamos”, esto nos lo cuenta Antonio Benítez Manosalbas, fundador y parte activa en la organización y planteamientos de la peña. “Éramos catorce y quedamos cuatro los demás están escuchando flamenco allá arriba, con los grandes”.
Antonio Benítez nos comenta que la peña surgió por necesidad y ganas, “como nacen estas cosas… había un quiosco a mitad de camino entre el barrio de La Asunción y el centro de Jerez, en el que parábamos los amigos y que era confluencia de mucha gente aficionada. En La Asunción estaba el matadero y del centro bajaban con sus compras, y allí en el quiosco se paraba y echábamos el ratito”.
Es en esos primeros momentos cuando se empiezan a plantear qué hacer con tanta afición. “José Moreno, mi compadre y guitarrista, segundo fundador de la peña fue parte muy activa en esta idea. Cuando iban llegando los amigos a estas pequeñas reuniones pues solíamos llamarnos cernícalos, “¡ea, de donde viene este cernícalo…!” Y a la hora de fundar la peña surgió esta posibilidad y con la guasa se quedó con el nombre”.
La peña en un principio se dedica a hacer concursos de saetas. Nos recuerda Antonio que se cantaba desde un balcón a los pasos de los penitentes, “una cosa muy bonita, hacíamos los pregones, también presentábamos cantaores a los concursos, más tarde organizamos un concurso de guitarra en el que participaron los más grandes, imagínate, Moraíto Chico se llevó el premio dos veces, Manuel Parrilla, otra vez se lo llevó uno llamado el Cordobés, que vino acompañado por el torero, en fin… los mejores”.
Antonio y ¿qué cantaores salieron de estas iniciativas? “Aquí comenzaron a darse nombre figuras como Los Moneo, Los Zambo, muchos miembros de sus familias, Enrique, El Torta, prácticamente todas las familias flamencas de Jerez. Desde esta peña se han hecho vídeos, hemos grabado discos, se han lanzado festivales, en definitiva, hemos mantenido el flamenco vivo, lo hemos darlo a conocer y lo hemos revalorizado”.
Y el cante ¿cómo está ahora mismo, Antonio? “Yo soy muy mayor y tengo en los oídos mucho cante de otras épocas, a la gente con estas edades no nos gusta casi nadie, tenemos el poso de otros tiempos y creo que se está deteriorando mucho el cante, puede que nos llamen talibanes, pero nos remitimos a la grandeza y a la pureza, a la verdad del cante. El dinero es una cosa secundaria y el cante tiene que salir para desahogarse. La gente joven, aquí en Jerez, todavía mantiene en la mayoría de los casos la herencia flamenca, pero para mí, el último ha sido Manuel Agujetas”.
Dice Antonio Benítez que “a los mayores nos gusta el cante que te llega al corazón, que te hace llorar, que te trae recuerdos y te emociona. Es ley de vida que en estas edades, pues te falte la gente pero en nuestros oídos y en nuestro corazón queda esa cosa que pellizca. Manuel (Agujetas) nunca se dejó tocar por otras influencias y afortunadamente todavía quedan de los míos, un Manuel Moneo canta pa morir y ahí está el hombre, pachucho pero grande”.
“Entiendo que los artistas quieran ganar dinero, mejor, mucho dinero, y yo me alegro, pero yo vengo de vuelta de todo y digo lo que tengo que decir y el que quiera que entienda, para mí el flamenco es lo que era”.
Su influencia, aunque no lo quiera es notoria, y cuando un chaval canta, todos miran para Antonio, a verle el gesto. “Después de cuarenta años de jurado en prácticamente todos los concursos más importantes, pues he tenido la ocasión de estar con los más grandes y aun así no todos tenían esa “cosita” de la que hablamos. Antonio Mairena me miraba con ojitos después de su actuación y yo pues pensaba… muy bien Antonio, muy bien, pero… ¡ya salía el pero!”
“Yo no quiero influir en nadie. Si me preguntan mis gustos pues eso, a mí me gusta el cante que se hace de los cincuenta años para arriba, ya con solera, con los fundamentos y la vida metida en los cantes”. El cante es la vida y la vida no es nada sin el cante.