El flamenco es el libro sonoro en el que está escrita la historia de un pueblo. Un libro escrito en las páginas del aire por miles de voces gitanas a lo largo del tiempo. En este libro incorpóreo están las letras de nuestros cantos que hablan de la pena y de la pobreza, del amor y de la alegría, de la lucha de los hombres para vencer la fatalidad de un destino que le viene impuesto sólo por el hecho de haber nacido de una madre gitana. Por este motivo los cantos gitanos puros no hablan nunca del conjunto de los hombres o de un hombre abstracto, sino que lo hace de un hombre concreto, un hombre gitano que habla de sí mismo. Texto Agustín Vega*. Pintura Lita Cabellut
Este y no otro es el secreto de la grandeza de una música, que, hoy por hoy, se considera en el mundo entero la más singular, genuina y admirable señal de identidad cultural de nuestro país. Esta capacidad de fascinación que el flamenco ejerce sobre los públicos de cualquier cultura y de cualquier lengua, surge de su autenticidad y de su credibilidad. El flamenco llega al corazón de las personas porque es la verdad de un pueblo.
Desde los primeros cantores de los que se tiene testimonio escrito, como el Tío Luis de la Juliana, El Planeta o el Fillo, de mediados del siglo XIX, pasando por El Nitrito, Enrique el Mellizo, Manuel Torre, Tomás Pavón, su hermana, la Niña de Los Peines, Antonio Mairena, Manolo Caracol, Antonio Núñez el Chocolate, Manuel Agujeta, Terremoto de Jerez, Fernanda de Utrera, o Porrina de Badajoz, hasta llegar a Camarón de la Isla, toda la historia del flamenco es un continuo de familias y estirpes gitanas con nombre y apellidos. Cada seguiriya, cada soleá, cada polo y cada caña que tienen un matiz propio que las singulariza del resto, lleva el apellido de una familia o de un cantaor o cantaora gitana que la matizó de esta manera. En realidad, el flamenco es la banda sonora de la historia de los gitanos españoles. Ha nacido al calor de las familias gitanas de Jerez, de Sevilla o de la Plaza Alta de Badajoz, y con ellas ha viajado por los caminos montado en yeguas, ha forjado rejas y llaves de gancho en las fraguas, o ha vendimiado los cortijos andaluces.
En una entrevista que le hicieron en el “Mercantil Valenciano” en 1933, Federico García Lorca, dejó para la historia unas preciosas palabras que definen mil veces mejor que lo que podamos decir nosotros aquí, la incuestionable patrimonialidad gitana del flamenco: “Desde Cádiz hasta Sevilla, 10 familias de la más impenetrable casta pura, guardan con avaricia la gloriosa tradición de lo flamenco”.
(Extracto artículo Flamenco, Patrimonio de los Gitanos, publicado en la Revista O Tchachipén, nº 34. Autor: Agustín Vega)