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El papel de la mujer en la guitarra flamenca

Si reflexionamos y pensamos alrededor del toque de la guitarra flamenca nos damos cuenta de que nos cuesta encontrar nombres femeninos que se hayan dedicado o se dediquen a la guitarra flamenca. La historia demuestra que la mujer y su relación con el flamenco también pasa por las cuerdas de una guitarra. A finales del siglo XIX y principios del siglo XX es cuando en los tablaos y en los cafés hay un gran predominio de la presencia femenina como explica Eulalia Pablo en su libro Mujeres guitarristas. Francina Recio. Comunicadora Cultural.

Somos muchas las personas a las que nos sorprende no encontrar nombres femeninos en la historia de la guitarra flamenca. Lo cierto es que hay mujeres que configuran la historia de la evolución de la guitarra flamenca, pero han sido invisibilizadas por la cultura heteropatriarcal y machista de la historia. De hecho, en la actualidad siguen existiendo disciplinas artísticas reservadas para hombres o para mujeres y que fortalecen la desigualdad clara de género.
El problema de no conocer mujeres guitarristas a lo largo de la historia del flamenco, está en el hecho de no haberlas visibilizado a pesar de hacer la misma tarea que los hombres o a pesar de tener interés por la práctica musical de la guitarra flamenca. Nunca se ha apostado por poner nombres y apellidos a mujeres, aunque hayan ayudado a la evolución del toque de la guitarra flamenca.

El patriarcado contribuye a este desconocimiento de las mujeres guitarristas en el flamenco. Las estructuras de poder, la conciliación familiar, los espacios reservados para aquello femenino y para aquello masculino e incluso el hecho de que socialmente haya instrumentos destinados a hombres e instrumentos destinados a mujeres, son algunas de las características más relevantes para entender por qué la mujer no ha sido reconocida en el mundo del flamenco como guitarrista.

Durante los siglos XIX y XX hay una gran concentración de mujeres que tocan la guitarra como Adela Cubas, Trinidad Huertas “La Cuenca” o Josefa Moreno “La Antequerana”. Teresita de España durante los años 20 llegó a grabar en discos de cera cantando y tocando ella misma por bulerías y sevillanas.


La historia está escrita con la participación de la mujer. En sus inicios, la mujer participaba en el cante y en la guitarra. Otros nombres de la historia del flamenco que han contribuido a la evolución de este género musical son Anilla de la Ronda que era una guitarrista con quién muchos cantaores querían trabajar o Mercedes Serneta que fue cantaora y guitarrista y creó una saeta con su nombre.

A pesar de que se avanza a paso lento y de que todavía queda mucho para hacer y mucho reconocimiento para otorgarle a las mujeres, en la actualidad ya hay mujeres que imparten clases e incluso acompañan artistas profesionales como por ejemplo Laura González. A pesar de las nuevas facilidades de producción discográfica y las redes sociales, se sigue sin dar la suficiente visibilidad el género femenino en este campo profesional.

Guitarristas flamencas de la actualidad afirman sentirse fuera de lugar al dedicarse a la guitarra flamenca como por ejemplo Noa Drezner o Antonia Jiménez. Hay cierta incredulidad y para poder contar con referentes femeninos a la altura del reconocimiento de Tomatito o Paco de Lucía, primero se debe tener una conciencia social, una aceptación del rol como algo natural, así como confiar en las niñas que quieren aprender a tocar la guitarra desde que son pequeñas.
No se han destacado a las mujeres porque, como en todo, hace falta que se den un seguido circunstancias que hagan que surjan referentes. Es un hecho evidente que se ha desvalorizado a la mujer en el toque de la guitarra flamenca y a la vez ha habido menos cantidad que hombres. De hecho en la actualidad aún hay personas relacionadas con la guitarra flamenca que asumen que las mujeres no tienen las cualidades necesarias para tocar la guitarra. Esto es un peligro, hay que empezar a crear referentes femeninos y la educación debe basarse (también) en personajes femeninos. Las mujeres no solo hemos estado renegadas en la música si no también en otros ámbitos como puede ser el mundo de la ciencia. Hay que poner foco en la importancia de crear referentes femeninos de la guitarra flamenca, así como en las demás disciplinas artísticas. Las mujeres debemos ocupar el sitio que nos merecemos y aunque los cambios socioculturales son lentos, quiero pensar que poco a poco empezaremos a ver cada vez más la integración de la mujer. Se deben ofrecer oportunidades.

Foto: Laura González. 

La sociedad necesita hacer un proceso para habituarse a los cambios y a la introducción de nuevos aprendizajes y referentes. En este caso para que la mujer se integre plenamente en todas las facetas del flamenco, la gente primero tiene que integrarlas, ya que romper con lo que tradicionalmente se conoce y se ha apegado en la sociedad es un proceso complejo. Hay que conformar una nueva cultura que ayude a abrir mentes para acostumbrarnos y dejar de ver como extraño aquello que no se ha visto hasta el momento. La educación, la sociedad y la política deben educar más la mirada para normalizar que el artista es independiente de su sexo o género.

La existencia de la mujer artista en sí ya es una reivindicación y es motivo suficiente para tener su sitio en la historia. Es el momento de cambiar la historia reciente. En el flamenco nadie nos ha enseñado que las mujeres tenemos un sitio en la guitarra, a diferencia que en el baile o en el cante los cuales están vinculado a la exhibición. Creo que la sociedad y la formalidad de la guitarra se ha asociado al rol masculino y ahí es donde hay que luchar para romper con todo lo establecido e invertir en educación y cultura para dar visibilidad a las mujeres que han existido, las que existen y las que existirán.

En la guitarra flamenca la invisibilidad es absoluta y en baile es común relacionarlo con la feminidad. La hegemonía de la masculinidad es la que realmente hace que los estereotipos y la idea tradicional del flamenco se perpetúe sin dar lugar al posible interés de las mujeres en tocar la guitarra flamenca. Aunque vayamos a paso lento, las nuevas generaciones y el surgimiento de nuevas artistas está transgrediendo y estoy convencida que calará.

La lucha es de todas y la resistencia es la herramienta que tenemos para cambiar las cosas y hacer caer estructuras tanto machistas como patriarcales que aún imperan en las sociedades flamencas y que aún no ven con buenos ojos a las artistas transgresoras y rompedoras. Aunque cueste ver el avance, cada vez hay más colaboraciones entre mujeres que se dedican a diferentes disciplinas del flamenco y que de alguna manera u otra reivindican su posición de mujer dejando atrás los estereotipos, la división de sexo y de género

No podemos cambiar la historia ni echar para atrás para reformular la nueva manera de explicar la historia del flamenco. Pero sí que podemos rescatar referentes tanto de bailaoras como cantaoras o tocaoras de manera que cobren vida y dejen de quedar en el olvido y en el desconocimiento de la sociedad. El trabajo no es sólo dar a conocer a las mujeres que han existido si no a la importancia de su contribución en el desarrollo del género  musical. De esta manera empezaremos a crear nuevos referentes femeninos, despertaremos más interés y motivación en las mujeres y se generaran nuevas oportunidades para dedicarse profesionalmente a lo que cada un decida.

Hay que aprovechar el crecimiento del empoderamiento femenino y hace falta que la mujer esté dotada de herramientas que permitan que deje de ser una figura dominada y olvidada y pase a crearse una flamencología con visión feminista y una comunicación que ayude a las nuevas artistas a llegar a más gente y se puedan programar eventos musicales con éxito. Confío en que llegará un día donde sea común ver a mujeres tocando la guitarra flamenca en los escenarios y lo que veamos sea únicamente a artistas sin que nos importe su sexo o su género.

Foto: Marta Robles, por Martín Guerrero

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