Saltar al contenido

Los Tablaos Flamencos o la espera del milagro

En España, pareciera que las administraciones hayan decidido que los tablaos sean una especie en extinción. Igual que en biología, especies que se extinguen representan un empobrecimiento de la diversidad. Y con los tablaos, indisolublemente, se hunden los artistas. Es un arca de Noé, una simbiosis existencial entre artista y escenarios. Por Tina Panadero. Museo del Baile Flamenco Cristina Hoyos – SEVILLA

El sector enfrenta un panorama de grandes cambios. De mentalidad, económicos y sociales. Y ello se traduce en la necesidad de reinventarse y plantear nuevas estrategias de mercado. Aun así, esta reconversión no es posible sin el apoyo claro y decidido de todas las administraciones. (En la foto: TinaPanadero, autora del artículo.)

Y ahí radica el verdadero problema. La nula, o en ocasiones, muy tibia disponibilidad de apoyo, refleja el cinismo institucional de las últimas décadas.

Mientras se declaraba al flamenco como Patrimonio Cultural e Inmaterial de la Humanidad, como parte esencial de la Marca España, imagen de España en Exposiciones Universales, seña de identidad en todas las campañas de publicidad turística -especialmente de Andalucía- a la hora de la verdad, se ignora al Flamenco por completo. Especialmente a los artistas, los verdaderos portadores de los valores flamencos. Ellos, que son el patrimonio en sí.

En España, los tablaos flamencos son menos de 50, y si añadimos lugares donde se ofrece flamenco, unos 90.
Para invertir la situación es imprescindible la convergencia entre varios actores:
– Continuar con los ERTE al 100% hasta que puedan abrir sus puertas (cosa que quizás se dilate hasta marzo del 2021 o, incluso, más allá)
– Subvenciones directas
– Cancelación de la distancia social en los locales.

Las instituciones, y en especial Turespaña, deberían considerar al Flamenco como uno de los instrumentos fundamentales de la comunicación, presentar a los flamencos como anfitriones de una España recuperada, recalcando el valor artístico y social de este arte.

Es verdad que el impacto económico del flamenco en la industria cultural y turística es pequeño en relación con el sector del transporte, el hotelero o el gastronómico, pero su valor simbólico es enorme. Y esto es una ventaja, ya que las ayudas pueden ser modestas -no son muchos estos locales- pero el beneficio directo que devolvería a la imagen de nuestro país y su efecto psicológico, sería inestimable.

Un paradigma de ello puede ser el Museo del Baile Flamenco de Cristina Hoyos en Sevilla, uno de los lugares flamencos más emblemáticos.

El MBF tiene una triple función:
– La expositiva, como guardián del legado y escaparate de artistas de otras disciplinas que toman como motivo de inspiración el Flamenco
– La interactiva-didáctica, que cuenta con una enorme inversión en tecnología que incluye 3 enormes pantallas LED
– La artística, con dos escenarios: un patio ecijano del XVIII y la bóveda histórica construida con piedra datada de época romana y prerromana

Y cuando se busca la excelencia, se traduce en altos costes: mantenimiento, modernización de instalaciones, salarios y seguridad social de los artistas y el resto del personal y, lo más costoso, devolución de los créditos de inversión.
Con los protocolos de la Pandemia, es inviable de todo punto poder abrir el escenario VIP, un espacio íntimo con 40 butacas de aforo. Lo mismo ocurre con el escenario del patio: con un aforo de 110 espectadores, sólo 34 podrían asistir al espectáculo tras someter el espacio a las normas de la distancia social.

A todo ello hay que añadir ahora los costes en materiales de seguridad e higiene para la lucha contra el COVID19, un sistema de costes inviables que traen de la mano enormes pérdidas.

Aun así, el MBF mantiene su compromiso con la digitalización de procesos de gestión y la innovación tecnología de los contenidos que incluye una gran pantalla semicircular de casi 14 metros -y única en España- que añadirá una experiencia de inmersión total del visitante dentro de una coreografía del ballet Cristina Hoyos.
En las circunstancias actuales son apuestas muy arriesgadas. La expectativa es rentabilizar estas cuantiosas inversiones en tecnología y sostenibilidad cuando se recupere el mercado. En ese momento, el MBF será el establecimiento dedicado al flamenco más avanzado, tanto en su sistema de gestión como en sus contenidos.

Si después de desarrollar nuestra labor como una empresa seria, moderna y comprometida, las ayudas de las administraciones no llegan, el cierre definitivo -como en el caso de los tablaos- será inevitable.

Ante el daño infringido por la pandemia al sector, fue el propio museo, el que tomaba el testigo de la lucha por la recuperación del sector flamenco, impulsando el nacimiento de ANTFES (Asociación Nacional de Tablaos de España.

La solución más inmediata sería que el Gobierno de España califique a los tablaos, como “Sector de interés especial”, con una ayuda directa del Estado. Una medida que debería haber formado parte del ADN de la Junta de Andalucía desde su nacimiento.
Además necesitamos que el Flamenco se incluya en las estrategias de comunicación turística.

Los tablaos ajustaremos nuestros costes y garantizaremos la calidad de los espectáculos, creando puestos de trabajo, aumentando la estadía de los visitantes en las ciudades y como hasta ahora, cuando salgamos de esta, sin pedir subvenciones.
Se acercan momentos de decisiones cruciales, que, en un contexto internacional tan adverso, significa un gran desafío para los empresarios de los tablaos en todo el mundo. Los gobiernos de países de nuestro entorno ya han anunciado ayudas millonarias a sus empresas culturales. Alemania las prorrogará hasta enero de 2022.

Ha llegado el momento de que el Gobierno de España se resetee con respecto a nuestro arte más universal, creando el gran PLAN NACIONAL DEL FLAMENCO, que sin duda será uno de los pilares para la recuperación económica de España.

#SALUDyFLAMENCO

Diseñado por Nubemedia.