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Pepe Lamarca, el fotógrafo de una época dorada

Una conversación con Pepe Lamarca: “Las fotos no se oyen” (entrevista completa). Pepe Lamarca no busca la expresión crispada que provoca el cante en sus fotografías, más bien la serenidad del artista, la pulpa que define su personalidad, esos momentos en los que el personaje es la persona atónita que deja en manos de otro artista la presencia que recorrerá el cauce visual del flamenco. El flamenco es un arte de raíces muy profundas, pero también su imagen. Foto Camarón. Todas las fotos @PepeLamarca

“A mi me mató la llegada de esta era digital en la que ahora vivimos -nos cuenta-, por eso me sorprende que una revista impresa como la vuestra esté viva en la calle, los artistas queremos que nuestra obra perdure, tanto en imagen como escrita, y hasta el momento, este es el formato que más resiste el paso del tiempo”. Así comienza una sosegada charla con Pepe Lamarca en su taller mientras nos muestra carteles y portadas de discos que son reconocibles por toda la afición flamenca. La franca mirada de Camarón abarca y seduce desde un primer plano este taller en el que se respira la calma y en el que este veterano artista de la imagen nos va invitando a disfrutar de su trabajo y de su historia.

“A mí me ha gustado siempre la cartelería, ilustrar libros y diseñar portadas para los discos, trabajar con Camarón en sus primeros retratos no me resultó difícil, al contrario, me encontré con una persona aparentemente tímida, pero ante la cámara se mostraba muy seguro de su imagen, con naturalidad, los gitanos tienen muy presente su lado racial, se saben poseedores de una estética que seduce y como fotógrafo te facilita el trabajo…, con Paco de Lucía, sin embargo, tenías que buscarle el lado más seductor, no por nada, sino porque era más reservado, siempre necesitaba tener la guitarra como escudo, estar menos expuesto” recuerda este maestro de la imagen.

Su visión de la fotografía en el flamenco dista de la de otros fotógrafos: “Al menos para mí, intentar plasmar la esencia flamenca de los artistas no se manifiesta en esos momentos en los que está en pleno éxtasis emotivo, aunque también la instantánea pueda ser muy buena y de hecho lo son, como esta en la que están Vicente Soto, José Menese y Terremoto jugando a los chinos. La anécdota es graciosa, Terremoto era una persona sumamente sensible y se emocionaba tanto con este tipo de juegos que sus compañeros amañaban la jugada para que ganara tan sólo para disfrutar de su alborozo y ver sus ojos radiantes de triunfo, una suerte haber presenciado estos momentos”.

Recuerda Lamarca que Camarón también le propuso ser el fotógrafo de su boda y por supuesto aceptó: “tres días de fiesta continua, en los que los invitados se prestaban con sumo gusto a posar, podríamos decir que era un manjar para un fotógrafo, fueron muchas las instantáneas que salieron de esa celebración”.

“En todo caso, en mi concepto de la fotografía acepto el comentario que me hizo un buen amigo, las fotos no se oyen y eso encaja con mi predilección por el retrato. Mostrar al retratado tal como es, desnudo de efectismos, la persona que es dentro y fuera de la esfera artística. En definitiva, lo que busco en una fotografía es que le guste al fotografiado y que ese instante perdure en la memoria”.

Dentro de su extensa obra -fueron décadas de fotografía del flamenco, codo con codo con los artistas, de gira permanente-, casi el noventa por ciento de su trabajo es inédito: “lo guardo en espera de ponerlo en orden y poder hacer algo con ello, no tengo prisa, es un proceso muy orgánico, van apareciendo fotografías que permanecen dentro de un perfecto desorden, pero que yo manejo por pura intuición”.

Pepe Lamarca nos adelanta un proyecto que le ilusiona: “próximamente tendremos acabado un un documental en el que se desvelarán muchas de las anécdotas y gran parte de mi obra fotográfica, es un trabajo minucioso, que dentro de no mucho verá la luz”.

Este mítico fotógrafo ha tenido al frente de su cámara a los mas grandes artistas flamencos. Recuerda a Rafael Romero El Gallina, en una sesión marcada por la decadencia, cuando el veterano cantaor se encontraba sin perspectivas económicas y ya sin el vigor necesario para poder cantar, aunque conservando el porte y la majestad de los que hizo gala toda su vida, “le visité junto a Alfredo Grimaldos y pasamos un buen rato con él en una cafetería, me daba apuro hacerle fotos pero era tan fotogénico… “.

Los Sordera, José Mercé, Rancapino, Los Habichuela, Tía Juana la del Pipa, Antonio Mairena, Fernanda de Utrera, Chaquetón, Farruco, Melchor de Marchena, Tomatito, Cristina Hoyos, Antonio Gades, Marisol, El Güito y Carmen Linares son algunos de los artistas que han quedado prendados por el objetivo siempre discreto de Pepe.

Manuel Agujetas, en una de las imágenes que compartimos en estas páginas, también quedó reflejado por su cámara: “era un tipo que daba respeto, huidizo, no quería que le retratara cuando se lo pedí, pero al cabo de un rato, se presenta ante mí y me pidió que disparara, que, si le tenían que hacer fotos, mejor que fuera yo”.

Su vocación, su profesión, se convirtieron en su vida: “viví un tiempo muy intenso, con mi vieja furgoneta dos caballos me eché un botijo y un colchón atrás y me fui por los festivales más importantes, me dediqué a documentar los momentos que se vivían en los camerinos, hice muchísimas fotos, Enrique de Melchor decía, “ahí viene Pepe con la burra…”. No a todo el mundo le estaba permitido entrar en los camerinos, pues se daban juergas en las que había vicio, momentos en los que convenía dejar la cámara a un lado, Ser muy discreto era fundamental para poder permanecer al lado de los artistas, lógicamente, tengo un gran recuerdo de esa época…, como un nómada jondo, me presentaba en La Puebla de Cazalla, en La Caracolá de Lebrija o en El Potaje Gitano de Utrera, estuve en muchos más pero recuerdo estos como los más serios, donde había una afición muy firme y en donde el flamenco era el máximo protagonista”.

Le preguntamos a Pepe que, una persona con su bagaje y conocimiento del flamenco desde dentro, cómo ve el momento actual: “el flamenco ha cambiado mucho, ha evolucionado por unos derroteros que a veces me provocan risa, sobre todo en el baile. En el cante echo de menos la personalidad que tenían los cantaores de mi época, cada uno de ellos mostraban matices diferentes, tanto en su voz como en las letras, siempre diferentes, ahora es todo un poco mas lineal, encuentro poca personalidad… La guitarra sí ha evolucionado más, se ha alcanzado una técnica realmente fantástica, pero también aprecio que la rapidez no aporta la flamencura de antaño, ese acompañar sobrio, pero tan flamenco, en fin… como todo, el flamenco evoluciona y ahí queda lo que uno ha vivido y disfrutado”. Y la Historia agradece mucho al Maestro su expresión artística y su legado; y este momento que ha compartido con nosotros cargado de anécdotas y sabiduría.

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