Merecido galardón a un grande de la guitarra flamenca. Recordamos esta entrevista al Maestro Victor Monge «Serranito», primer y máximo exponente del virtuosismo en la guitarra flamenca por excelencia.
Un artista cuyo reto personal ha sido siempre ir más allá en la técnica, en búsqueda de un repertorio más amplio que pudiera captar la atención de un público formado en lo clásico pero también de la gente común, a la que llegó a través de sus actuaciones en programas televisivos de gran audiencia, como el de José Mª Íñigo, en los 70. Fue el primer guitarrista flamenco en tocar en solitario, tanto en tablaos –Café de Chinitas-, en teatros o televisión, algo inaudito en la época y de lo que el gran Serranito ha sido pionero.
Continuador de la escuela clásico-flamenca de Sabicas, Niño Ricardo y Ramón Montoya, siguió además la trayectoria de concertistas clásicos como Narciso Yepes o Andrés Segovia, ampliando siempre las relaciones entre guitarra clásica y flamenca. A partir de ese semillero, Serranito inicia una época de oro en la guitarra flamenca, marcada por su relación con Paco de Lucía, Manolo Sanlúcar y José Antonio Rodríguez.
Víctor Monge cuenta que su afición al flamenco le vino gracias a su natural enamoradizo y a los ojos de una niña bailaora que se presentaba como él a los concurso de niños artistas. Estas y muchas otras historias, vivencias, sensaciones han quedado relatadas por el escritor José Manuel Gamboa en un libro biográfico que se ha publicado recientemente. Así mismo sus primeras grabaciones se han reeditado en un álbum de 4 CD.
- Usted fue el primer concertista en solitario de guitarra flamenca. Años más tarde, seguirían sus pasos Paco de Lucía y Manolo Sanlúcar. ¿Cómo consigue llegar a tocar en solitario?
Yo tenía claro que quería tocar sin acompañar. Siempre lo tuve e impuse este criterio allí donde me contrataban. En Café de Chinitas me costó convencerles pero al final teníamos un espacio que tuvo éxito y que nos llevó a actuar en televisión con José Mª Íñigo en “Estudio Abierto”. Fuimos acostumbrando al público a escuchar guitarra flamenca en solitario.
En esta época estábamos Paco, Manolo y yo mismo, los tres muy tímidos pero teniendo claro nuestro papel como guitarristas en solitario. Quizá también los caminos de la vida que te van llevando sin saber muy bien qué determina cada paso. Yo fui el primero por ser un poco mayor que ellos. Era algo que estaba en el ambiente.
-Y esta estela que ustedes iniciaron ¿quién la ha seguido después?
Yo creo que Vicente Amigo y Gerardo Núñez son los que han destacado siguiendo esta estela. Tienen un sello, una personalidad reconocida. Esto es lo importante.
- Y entre los más jóvenes, ¿qué nivel hay ahora mismo?
A los más jóvenes les falta la presencia guitarrística, una personalidad, un sello. Es cierto que hay muchas cosas hechas, pero queda mucho por hacer.
Aunque actualmente se tiene todos los medios para aprender al alcance, hay escuelas, maestros, métodos audiovisuales, les falta destacar. Esa es la meta de un guitarrista concertista.
Ha cambiado mucho la forma de aprender, antes éramos más autodidactas, incluso algunos guitarristas se escondían para que no les vieras, como Manolo de Huelva. Era difícil hasta tener un tocadiscos (estamos hablando de los años 50). Los jóvenes de mi época aprendíamos con Sabicas. Fue el primer profesor a distancia, sus discos, los oímos una y otra vez.
- Dicen que las dificultades despiertan el genio. ¿Fue este su caso?
Yo empecé a tocar profesionalmente en Riscal, una sala de encuentro y referencia, donde se combinaban y mezclaban el restaurante, la sala de fiestas y lo que se denominaba boite. Allí, se juntaban los intelectuales, pintores, artistas. Empecé con 12 años entre 1954 y 1955 con el grupo “Los Serranos”, de ahí cogí el nombre de Serranito. Por la sala que regentaba Alfonso del Rey, padre de Manuel del Rey, que un año más tarde abriría el Corral de la Morería, pasaron desde Rainiero de Mónaco a Carmen Sevilla, Fernando Fernán-Gómez o Peter O’Toole.
- Y qué es lo que hace destacar a un artista de la guitarra flamenca?
La guitarra flamenca era algo de cuatro acordes y una cejilla. La revolución la hizo Ramón Montoya. En cada época uno o unos pocos hacen la revolución. Paco de Lucía innovó y llevó la guitarra flamenca a un público más joven, se rodeó siempre de músicos y supo mezclar bien todo eso. Antes éramos pocos, ahora son muchos. El reto es hacer algo propio, renovar, crear un estilo.
- Qué evolución está siguiendo al guitarra flamenca?
El flamenco evoluciona con la propia sociedad, con la época. Con los medios de ahora se puede escuchar todo tipo de músicas, mucha facilidad de técnicas, de aprendizaje –ahora se estudia música- , cercanía con otras músicas… Y pasa que con el ansia de hacer algo diferente, se mezcla tanto que deja de ser flamenco.
- ¿Qué escuelas de guitarra son reseñables o siguen una técnica que usted destacaría?
En guitarra flamenca, existen muchas buenas escuelas y maestros particulares, pero no existe una carrera de música oficial. Si nos referimos a escuelas tradicionales, una de las mejores actualmente es la escuela de Caño Roto , de El Entri, donde se enseña a la vieja usanza, y ha dado buenos guitarristas flamencos.
En lo oficial, hay algún grado en los Conservatorios de Música de Córdoba, Madrid, Sevilla…, pero el problema aquí, es que los profesores son los que tienen un título, profesores de clásica. Sin embargo, los mejores maestros de flamenca han salido de la calle, de la necesidad, de la tradición. Y para ellos no tenemos títulos oficiales. Por eso, tras salir del conservatorio, los muchachos tienen que ir a la calle, a sentir, a vivir, el flamenco. Yo también me pregunto muchas veces porqué en España, que es el país de la guitarra flamenca, cómo es que no hay una carrera específica.
- Y en este sentido, ¿qué aporta el flamenco a la guitarra clásica?
Inspiración. En Isaac Albéniz encontramos “Rumores de la caleta”, que es una soleá y otras obras de inspiración flamenca, como “Granada”, “Cádiz”, “Sevilla”. “El sombrero de tres picos” de Falla, contiene farrucas y fandangos… Albéniz y Falla llevan al cielo este tipo de armonías.
Hay un recuerdo de la conjunción de lo clásico y flamenco que me gustó especialmente. Fue la grabación de un programa de televisión, “Directísimo”, en Florida Park. Un homenaje a Monserrat Caballé. Con sonetos de Antonio Gala, y música mía. Participó Felipe Campuzano, José Carreras, Monserrat y yo mismo. Una petenera lírica aflamencada con 11 temas, de la que se hizo un disco, pero no se distribuyó.
- Y a usted ¿qué le diferencia?
Yo toco muy difícil, soy muy barroco. Novedoso en técnica de la guitarra. Mi disco “Luz de luna” fue algo muy serio. Mi toque por tarantas, es especial, lo que más me ha gustado. Y el toque por soleá.