A lo largo de mis 28 años me he dado cuenta de que la vida está formada por diferentes ciclos en los que vives alegrías y sufres penas. Mi relación con el flamenco es similar. Sin querer y sin esperar he visto cómo aumentaba mi pasión por el flamenco hasta llegar al culmen, o eso creo.
Por Jesús Alamillos, presidente Peña Merengue de Córdoba
Hoy pienso que mi abuelo, mi amigo, mi maestro, llevaba razón cuando decía: “Jesús, el flamenco está limitado por la cantidad de entendidos que prohíben que avance”. Pues sí, hay que decirlo, el flamenco se ve tropezado, en ocasiones, con ausencias de creatividad provocadas por algunos defensores del no avance del mismo. Me pregunto por qué razón no crear palos, estilos, otras letras, nuevas ruedas musicales en cada palo flamenco. Por qué la juventud flamenca queda sumisa a los estilos ya creados sin permiso de sus maestros para innovar, crear y avanzar.
Nací en una peña flamenca y más de mil veces he visto criticar a artistas como Morente o el mismo Camarón por variar su estilo en alguno de sus discos, Omega o La leyenda del tiempo. Sin embargo, tengo el firme pensamiento de que el flamenco debe ser algo más. Equivocados estamos si solo buscamos una sociedad antigua cerrada en la malagueña de Chacón y la soleá de Triana. Toca crecer, avanzar y confiar en nuestra escuela, para que basados en las raíces se genere un nuevo flamenco.
Desde hace tiempo ya se viene anunciando. Hay parte de la sociedad que está aburrida de ese obstáculo al avance de nuestra lengua musical. Pienso que indudablemente, va a evolucionar, con o sin apoyos, va a expandirse más allá de los tradicionales ritmos y dentro de poco no se podrá prohibir su avance con simples críticas. Solo espero que nadie se sienta fuera de lugar antes de que esto ocurra, porque a día de hoy solo parece respirarse un purismo obligado en cada concurso, en cada recital, en cada tertulia.