Envuelta en una descolorida tela, ciega de posibles luces que la deslumbren y con la percusión algo siniestra de Agustín Diassera, Fuensanta La Moneta va dando sus pasos hacia un baile frenético, ensimismada con los latidos de su propio corazón y el roce de las esferas. Bailaora de gran cantidad de registros, conecta con facilidad con el lejano y misterioso arte de lo ancestral, como una chamana en su ceremonia, nos lleva hacia el pasado de la mano de un baile actual y a la vez tan viejo como el flamenco que circula por sus venas. Foto @ZocoFlamenco
El sonido envolvente del clarinete de Diego Villegas, nos trae el sosiego tras un inicio algo inquietante, desenvolviendo su cuerpo de la grisácea tela, La “Moneta” va destapando su baile e imprimiendo una alegría todavía cercana a la melancolía pero llamando poco a poco al flamenco más visceral, suena la guitarra de Javier Patino y el cante de Jeromo Segura , y brota el baile, la danza, la brujería sonora de las cuevas del Sacromonte , y ya la bailaora nos ofrece racimos de su arte más esperado, La Moneta flamenca, la Moneta dramática que cala en nuestros oídos la pregunta que nos hace pensar, ¿Escuchamos? ¿Sabemos escuchar? El silencio tiene un compás, aprendamos a escucharlo.
Siempre sorprendente, Fuensanta te puede gustar más, o menos, pero nunca la indiferencia se alojara ante tus ojos frente a su gran personalidad bailaora. Nos vemos en el silencio, pero a compás.