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La revolución de las mujeres gitanas en el flamenco

“…yo no soy flamenca, yo soy gitana, como mi cante”, Dolores Agujetas. Por FAKALI, Federación Asociaciones Mujeres Gitanas. Foto: Dolores Agujetas @zocoflamenco

Como Federación de Asociaciones de Mujeres Gitanas estamos comprometidas con la dignificación y la visibilización de las mujeres gitanas en todos los ámbitos, puesto que el silencio siempre nos ha convertido en “las otras”. Nuestro eje central es la promoción de las mujeres gitanas y la defensa de los derechos de nuestro Pueblo, históricamente perseguido. Ponemos en valor las resistencias que nos han traído hasta nuestros días como mujeres gitanas, siendo el Flamenco un elemento identitario del Pueblo Gitano-Andaluz que, nos une, nos define y nos identifica. Ha sido una vía de transformación social, de expresión emocional, de cantar y contar. Como identidad cultural, es una forma de vivir, una manera de entender la vida, de reír, de celebrar y de llorar. Como cantaba Lole y Manuel, “el cantar del Pueblo mío, más que cantar es llorar”.

Desde FAKALI, ponemos en valor el papel trascendental que ha tenido el Pueblo Gitano en la creación y la transmisión del Flamenco, y especialmente, el de las mujeres gitanas. Es indudable la huella que las romís dejaron, dejan y dejarán, en la creación, la transmisión y el engrandecimiento de este arte vivo. Siendo la principal fuente de la que emana la naturalidad del Flamenco.

En las casas gitanas no nos puede faltar el olor a “gallardó”, aroma bajo el que se va transmitiendo la cultura flamenca de generación en generación. Una taza de café es suficiente motivo de reunión. Las mujeres gitanas han sido y son las principales transmisoras de este arte. Durante el embarazo, aquellas mujeres que no dejan de cantar están transmitiéndolo antes del nacimiento. Cuando nacen y se mecen al compás de las nanas. Cuando están en los carritos y les enseñan a levantar los brazos y mover las manos, a tocar las palmas o a tararear letras flamencas. Que incluso antes de aprender a hablar, aprenden a cantar. Las mujeres gitanas hacen que el Flamenco se respire de forma natural como puede ser comer, dormir o conversar. Cantar, bailar y tocar son formas de este arte que se van integrando, interiorizando y naturalizando mediante un proceso de socialización desde incluso antes de la niñez. Así, el Flamenco se va aprendiendo en el hogar, día a día, desde la cotidianidad.

Además de ser transmisoras, las mujeres gitanas también han sido creadoras. Desde FAKALI mencionamos a Rosario La Mejorana, nacida en 1858, la revolución del baile de mujer, la primera en vestir la bata de cola y el mantón de Manila. Pionera en el baile por soleá, que luego continuó su hija Pastora Imperio. Pastora Pavón, La Niña de los Peines, que fue la primera artista de Flamenco en grabar el cante por bulerías en 1909. María la Andonda, a la que las personas expertas señalan como la primera mujer que cantó por soleá. Mercedes Fernández Vargas, La Serneta, creadora de un estilo de soleá que engrandecieron otras dos mujeres gitanas imprescindibles como Fernanda y Bernarda de Utrera. Como Federación de Asociaciones de Mujeres Gitanas nos unimos a la conmemoración del centenario del nacimiento de una figura histórica, inigualable e irrepetible como es Fernanda de Utrera. Cantaora gitana que supo transmitir el cante con temple, gitanería y verdad. Reconocida como una de las mejores artistas que cantó por soleá, su cante siempre quedará en la memoria.

Además, destacamos como icono feminista romaní a la gran Carmen Amaya, quien rompió con el orden establecido para las mujeres de su época, saliendo al escenario a bailar en pantalones, vestimenta asociada a los hombres. Una artista libre que se atrevió a bailar como quiso, creando y marcando un estilo propio. Era rutina el café antes de salir a bailar. A La Capitana, que sufría de una enfermedad renal sudando las toxinas que no podía eliminar, el baile le dio años de vida.

A la revolución de todas las mujeres gitanas ya mencionadas sumamos la de Las Grecas. Es cierto, no hacían Flamenco en sí, pero sí bebieron de una raíz eminentemente gitano-flamenca. Y con todo lo que contribuyeron a la música, no hace mucho, una afamada artista de la canción tuvo las malas artes de “remedarlas” hablando y pregonando como si estuviera en una verdulería. Pues ellas recibieron en su casa el amor por la música que, posteriormente, convertirían en una explosión de modernidad y gitanidad.  Con su “Gipsy Rock”, un claro ejemplo de fusión, innovaron en la música. Las Grecas fueron artistas pioneras que sirvieron de inspiración a las nuevas generaciones.

Especial mención requieren las “tatas” de Santiago. Un cuadro de mujeres gitanas de la peña flamenca “Tío José de Paula” de Jerez de la Frontera. Son las encargadas de mantener vivo el cante y el baile propios de un barrio, conservando este capital cultural como el mayor de los legados. Ejemplo de sororidad, de “phenjalipén”, redes de apoyo, comunidad, unión, y reunión. Donde el Flamenco adquiere la máxima expresión.

El Flamenco, para las mujeres gitanas, en definitiva, ha sido un elemento identitario, un modo de ganarse la vida, un signo de libertad. De cantar las “duquelas” y celebrar la vida. Les permitió viajar, estar en el espacio público, trabajar, ganarse el pan de su familia por ellas mismas. Fueron pioneras en la ruptura de las imposiciones del patriarcado. Se convirtieron así en una vía para conseguir derechos. No olvidemos que Pastora Imperio, gitana universal, fue una de las primeras en pedir el voto para las mujeres y en la lucha por la igualdad de género.

Todas y cada una de ellas hicieron revolución, luchando por la libertad de las mujeres gitanas, y por extensión del resto, abriéndonos el camino hacia una sociedad más igualitaria, y forjando un feminismo romaní imbatible.

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