Soy consciente de que el concepto está bastante manoseado, ya sea aplicado a la política, a la educación o a un sinfín de cosas, y puede que no siempre de forma adecuada… Artículo del periodista Fermín Lobatón para Zoco Flamenco. En la foto durante la grabación del tema que realiza junto a Miguel Poveda.
Resulta, pues, obligado aclarar el uso que aquí se hace de él, pues no me gustaría endosarle a tan buen músico una idea equívoca o confusa. Ocurre, sencillamente, que su más reciente grabación, Flamenco&Classica, ha hecho aflorar en mí esa noción: pienso que una vocación transversal recorre la carrera de Montón y la conforma como una obra tan personal como singular. Detrás de ello se esconde la capacidad no precisamente fácil de trasladarse a otros ámbitos y dialogar con otras músicas, siempre desde su posición central de guitarrista flamenco. En sus experiencias, uno percibe, además, un espíritu positivo, integrador y esencialmente orgánico, porque esas obras nacen de la propia experiencia.
Aunque sea de puntillas, un repaso por su discografía aporta de inmediato argumentos. Encontramos sus colaboraciones con el percusionista y compositor egipcio Hossam Ramzy (Flamenco Árabe, 2006) o con el acordeonista vasco Gorka Hermosa (Flamenco Etxea, 2011). De su rica diversidad son también muestras, entre otras, sus grabaciones junto al flautista Juan Carlos Aracil, el guitarrista y compositor argentino Fernando Egozcue (Lo nuestro, 2016) y la admirable trilogía Flamenco Kids, junto a la añorada Teresa del Pozo. No podemos olvidar sus trabajos con el violinista Ara Malikian, al que José Luis acercó al flamenco cuando apenas era conocido en nuestro país. Con él firmó, entre otros, el festivo y desenfadado Payo Bach (2011, edición digital). Más allá de esta suerte de monográfico, la huella del maestro germánico está muy presente en otras obras suyas. En Solo guitarra, de 2012 para el sello ECM, aparece una adaptación de ‘Air’ (2º mov. de la suite para orquesta), y en su trabajo junto a Gorka Hermosa nos encontramos con hasta tres piezas: ‘Bach por bulerías’, ‘Bacheriana’ y ‘Ciaccona flamenca’.
En su reciente grabación, pues, no podía faltar Bach: está presente en los dos temas instrumentales (‘Tocata flamenca’, ‘Bulebach’) y en una nueva versión de ‘Air’ cantada por Sandra Carrasco. El guitarrista da un salto cualitativo al abordar piezas de seis clásicos más: Albinoni, Beethoven, Bramhs, Shubert, Chopin y Albéniz. Obvio especificar las piezas elegidas, pero les puedo asegurar que es muy difícil que no las hayan oído lo suficiente para que les sean perfectamente reconocibles. La selección viene determinada por la capacidad que han tenido de emocionar al compositor, que les ha puesto un traje nuevo con letras de elaboración propia —líricas, positivas y muy pegadas al tiempo que vivimos— y unos cuidados arreglos (Miguel Rodrigáñez y Alberto Torres) de cuerda en algunos casos. El alma de la obra está, no obstante, en la adaptación de las composiciones a las estructuras rítmicas de diferentes estilos flamencos y en los desarrollos guitarrísticos que las guían. La atmosfera triste de un estudio de Chopin se torna alegría en la voz de Pintingo y la nostalgia del Adagio de Albinoni suena a suave rumba interpretado por Rocío Márquez. María Toledo convierte en himno la Patética de Beethoven y lo hace en el aire de los tanguillos, mientras Miguel Poveda mantiene toda la solemnidad del ‘Ave María’ de Shubert. Sheila Blanco juguetea con Bramhs con su reconocida habilidad y La Tremendita lleva a Albéniz al terreno de la bulería. El reto se completa haciendo cantar a Roko el archiconocido ‘Himno a la alegría’ con una renovada fuerza. Basta con escuchar la grabación un par de veces para que uno ande canturreando esas viejas piezas todo el día, pero con otro acento.