En el flamenco se puede ser o estar. Manuela es, por los cuatro costados. Su esencia es flamenca y remite al flamenco clásico, a ese flamenco cada vez más reducido que abanderan aún los últimos de su generación. Texto Rosa Pérez. Fotos Demetria Solana
Al clasicismo se une una manera única de bailar, personalísima por autodidacta y genuina por su pureza y sinceridad. Manuela es elegancia, belleza, fuerza y pasión. Con su baile conduce al espectador a un estadio de autenticidad primigenia, a esa emoción de origen, que ha llevado al flamenco a ser declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
Tener la oportunidad de disfrutar y sentir a esta bailaora de raza es un privilegio que ayer vivimos en Madrid en Suma Flamenca.
Manuela representa una forma de entender el flamenco desde lo sagrado, por eso la llaman la diosa del baile. Su perfil, gesto, desplante, las alas que parece le salen de esa espalda prodigiosa, sus manos en movimiento, la atracción del espacio expulsado, reconcentrado de nuevo y devuelto en un ritual en el que el espectador entra sin saberlo, convierten en magia algunos momentos de su danza, poniendo el pulso en la búsqueda que debe iniciar cualquier artista que se planta en un escenario, el duende, compartiendo ese fugaz momento con el público. Manuela lo consigue, y esos minutos de éxtasis se hacen enormes, porque se llega a atisbar lo eterno. Esto es Flamenco. Gracias Manuela. Gracia Diosa.
Ficha artística
Manuela Carrasco, Premio Nacional de Danza 2007
Siempre Manuela. Estreno en la Comunidad de Madrid
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Manuela Carrasco, baile
Enrique “El Extremeño”, Samara Amador
y Manuel Tañé, cante
Pedro Sierra y Marcos Gago, guitarras
Samuel Cortés, violín
José Carrasco, percusión
Manuela Carrasco hija, colaboración especial
Álvaro Mata y Gaspar Leal, sonido
Marcos Serna, iluminación
Hugo Pérez, producción
Enflamenco Producciones, distribución
Javier Caro, fotografía