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Mujeres al Cante: Cantando por las Marías

Mujeres al Cante. Si uno se enfrenta por primera vez a conocer y aprender todo lo que se esconde dentro de la disciplina del cante flamenco, se dará cuenta de que la respuesta más común contiene inagotables listas de cantaores que han creado con su talento la historia de este arte. Se trata de un cante flamenco que se recuerda por Chacón, Caracol, Morente, El Pinini, Pavón, Marinena o Marchena, figuras que todo aficionado del flamenco es incapaz de olvidar. No obstante, si uno continúa aprendiendo su literatura descubrirá que, en realidad, a pesar de nacer en una época puramente masculina, también eran conocidos los nombres de algunas mujeres que lograron destacar en su momento. Por Natalia del Buey. Foto La Serneta

Se trata así de una búsqueda para la que podríamos dedicar más que unas páginas, desvelando la identidad de las que quizás, aún a día de hoy, nadie todavía ha llamado. Es por ello por lo que, aun teniendo la necesidad suficiente de trabajar en ello, comenzaremos hablando de aquellas con las que todo cantaor o cantaora nos hemos cruzado alguna vez.

Mercedes La Serneta

En las calles de Jerez nació María de las Mercedes Fernández Vargas, llamada popularmente La Serneta. Practicando el arte del cante y de la guitarra en una época de gran barullo flamenco, su voz logró destacar y ser admirada por los mayores aficionados y artistas del momento. Durante su vida, cantó por numerosos estilos como las malagueñas, los martinetes, el polo o las serranas, pero pasó a la historia precisamente por el significado de su apodo, sinónimo de uno de los cantes más reconocidos del flamenco: la soleá.  así, dejó su nombre sobre más de siete formas de cantar este palo, dejando sus letras sobre las voces de importantes cantaores como Juan Breva, Chacón o Manuel Torre.

Dije yo que me echaría.

Dije yo que me echaría

hábito de San Antonio

Si este hombre me quería.

Delante de un crucifijo

dije yo que me echaría.

La Andonda

 Con el mismo cante y talento, nacía en Sevilla el corazón de María Amaya Heredia, la Andonda. De sangre y forma gitana, su estilo se popularizó y pasó a la historia tras ser escuchada de su garganta la primera letra por soleá. Así, por su procedencia, la Andonda difundió el conocido estilo de la soleá de Triana, atribuyéndose la autoría de muchos de sus versos.

Dices que tú a mí no me quieres.

Pena no tengo ninguna,

Porque yo con tu querer

no tenía hecha escritura.

Escuchar:

http://letrapedia.com/letrapedia/

María La Moreno

 También era gitana la cantaora María La Moreno, procedente de Sevilla. Con un estilo muy personal, comenzó aprendiendo sobre este arte en el Salón Barrera de la localidad y continuó desarrollándose por numerosos colmaos del lugar, participando en las fiestas flamencas que se formaban con los cantaores más famosos del momento. Fue en su forma muy querida por todos, así como apreciada por sus grandes interpretaciones por soleares y bulerías. Es por ello por lo que, entre los estilos más conocidos del tan cantado palo de la bulería por soleá se ha entonado tantas veces aquella que lleva su nombre.

Que te quería yo no lo niego

yo no lo niego que te he querido.

Pero me pesa en el alma

el haberte conocido.

Escuchar http://letrapedia.com/letrapedia/

Y desde el mar de Sanlúcar las olas y los flamencos tuvieron la suerte de escuchar a Ana María Vargas, también llamada María la Mica, cantando, como dicen los estudiosos, por seguiriyas y soleares. Una mujer muy reconocida en su tiempo y a la que se atribuye el origen del cante por caracoles, letras populares de la Corte. Su nombre quedó en el recuerdo gracias a sus primas, las Mirris, quienes compusieron una copla dedicada a ella.

De Sanlúcar al Puerto

hay un carril

Que lo ha hecho María la Mica

para ir y venir.

Escuchar: http://letrapedia.com/letrapedia/

En definitiva, son así numerosas de ellas, como las cantaoras mencionadas, las que han logrado formar en el flamenco muchos de los cantes que hoy recordamos como sagrados. Cantes que, además, fueron interpretados por otras que quizás nunca olvidamos, como la gran Perla de Cádiz o la imborrable Pastora Pavón. Mujeres que amaban el flamenco tanto como los hombres con los que compartían profesión, y que realmente, también las admiraban tanto como deberíamos nosotros ahora.

 

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