«El Bierzo al toque» y Conil: un nuevo paradigma para los eventos flamencos de verano. El rumbo de las citas veraniegas del flamenco hace tiempo que cambió y, además, sigue haciéndolo, con nuevas propuestas que no dejan de nacer y que rebasan la geografía tradicionalmente jonda. No, ya no son, como antaño, una manifestación casi exclusiva de Andalucía, y, según pasa el tiempo, van alcanzando nuevos territorios, en algunos casos inéditos para el flamenco hasta antes de ayer. Las citas viejas, más la de nueva incorporación, no escapan al creciente auge de los festivales en general, que los hay para todos los géneros musicales y gustos. No es este el espacio de un estudio exhaustivo, que bien merecería el tema, tan solo un resumen de mis impresiones sobre algunos eventos que he visitado en los últimos años. Fermín Lobatón, periodista y escritor. Foto @FlamencoOnFire
De los festivales veteranos, que casi todos superan largamente el medio siglo, no todos sobrevivieron, como sabemos. Se podría afirmar que solo lo lograron aquellos que supieron adaptarse a los tiempos. Entre ellos, tengo para mí a la Reunión de Cante Jondo de la Puebla de Cazalla como uno de los casos ejemplares de transformación y también crecimiento. La Reunión, que inventó y diseñó Francisco Moreno Galván, sigue fiel al modelo original hasta en los candelabros del escenario. Pero, antes de su noche grande, La Puebla acoge una semana completa de actuaciones, exposiciones, conferencias… El flamenco vivido en la calle y de una forma multidisciplinar.
También la Fiesta de la Bulería de Jerez, por los años en que cumplía el medio siglo, ensayó un esquema que apuntaba buenas maneras, pero la desaparición de su creador ha dejado a la cita sin un relato convincente, limitándose a una sucesión de espectáculos de mayor o menor brillo. Además, ha dejado de celebrarse en un espacio público. Eso sí, quien quiera empaparse del arte de Jerez, acertará acudiendo a cualquiera de sus noches, que garantizados están acento y compás.
Este verano ha nacido una nueva cita, la de Conil de la Frontera (Cádiz), de la mano de la maestra de baile Charo Cruz, impulsora también del Festival Vejer Flamenco. Ha tenido un carácter monográfico, en tanto ha estado dedicada a la memoria del bailaor y coreógrafo Mario Maya con una exposición, una mesa redonda, que glosó la figura del maestro, y una serie de actuaciones en el sugerente espacio de La Chanca, desde donde se huele el mar, que estuvieron marcadas por el magisterio de Maya. Una propuesta modesta que destilaba cariño en su diseño.
Subiendo mucho en el mapa, llegamos a Ponferrada (León) que, desde el pasado año viene celebrando su festival El Bierzo al toque en las instalaciones de La Térmica Cultural, un impresionante edificio de origen industrial que acoge todas sus actividades: exposiciones, talleres, conferencias, catas de vino y unos conciertos que en sus dos ediciones han conjugado el flamenco más tradicional (Arcángel, Marina Heredia, Israel Fernández…) con una visión diríamos indie del mismo (Rosario La Tremendita, Cristian de Moret, Soleá Morente…). El creador del evento ha sido el berciano de San Facundo Miguel Morán, que ya se inventara hace diez años el Flamenco on Fire de Pamplona, que ha celebrado de forma exitosa su XI edición. Otro evento con aires indies, una creciente vinculación con el territorio que lo acoge y, especialmente, con la guitarra flamenca de concierto en la tierra que vio nacer al maestro Sabicas.
Estas citas, y no solo ellas, comparten unos rasgos que resultan benéficos para el flamenco: crean afición y generan nuevos públicos para nuestro arte, concitan la convivencia y, sobre todo, aportan un aire fresco que es positivo y más que bienvenido.