Saltar al contenido

Poesía: Lorca y flamenco, una simbiosis eterna

En el Día de la Poesía queremos recordar en este artículo la relación y simbiosis de Lorca y el flamenco. Este año se cumplen 104 de la escritura de Poema del Cante Jondo y 94 de su publicación, probablemente la obra que en mayor medida denota la cercanía de Federico García Lorca al cante flamenco. Por Marta Sánchez Gento

Durante las vacaciones del verano de 1921 en Granada, Lorca recibió clases de guitarra de la mano de dos gitanos de Fuente Vaqueros, pueblo natal del poeta. Fue en aquella época cuando García Lorca coincidió en su tierra con el músico Manuel de Falla, profundamente interesado en la tradición musical española, y con el filólogo Ramón Menéndez Pidal, empeñado en la recopilación y el estudio de los romances populares granadinos.

Estos dos personajes influirían de manera decisiva en el interés del poeta por el cante jondo. De hecho, sería Lorca quien, en 1920, acompañara a Ramón Menéndez Pidal en la realización de numerosas entrevistas a los gitanos del Sacromonte y del Albaicín con objeto de recopilar las letras de los cantes de estas tierras. De esta experiencia, es probable que sacara el poeta granadino su deseo profundo por conocer y ahondar en el contenido verbal del antiquísimo cante jondo.

El anteriormente citado verano de 1921 sería, como decíamos, determinante en la obra del poeta y en la relación de ésta con el flamenco. Fue en este tiempo cuando Lorca se unió a Falla y otros intelectuales con objeto de convocar, para el año siguiente, el Concurso de Cante Jondo, que se celebraría con gran éxito en el verano de 1922 en Granada.

El Concurso de 1922, de trascendencia internacional, pretendía salvar la decadencia y el olvido en el que se estaba viendo sumido el cante jondo, al cual definieron así:

“Se considera cante jondo para los efectos de este Concurso el grupo de canciones andaluzas cuyo tipo genérico creemos reconocer en la llamada seguiriya gitana, de las que proceden otras canciones aún conservadas por el pueblo y que, como los polos, los martinetes y soleares, guardan altísimas calidades que las hacen distinguir dentro del gran grupo formado por los cantos que el vulgo llama flamencos.”

Para Lorca, la diferencia en esencia entre estos dos cantes era que, mientras que uno se encontraba teñido de un color espiritual, el otro se teñía de un color local. Decía el poeta en una de sus conferencias:

“El cante jondo se acerca al trino del pájaro, al canto del gallo y a las músicas naturales del bosque y de la fuente. Es, pues, un rarísimo ejemplar de canto primitivo, el más viejo de toda Europa”.

Implicado en la preparación del Concurso, Lorca compuso en noviembre de 1921 una serie de poemas inspirados en el cante jondo, que, más tarde, darían lugar a su conocida obra Poema del Cante Jondo.

De este nuevo libro, diría en una carta al músico Adolfo Salazar: “El poema está lleno de gitanos, de velones, de fraguas, tiene hasta alusiones al Zoroastro (…). El único que lo conoce es Falla y está entusiasmado.”

Fruto también de la preparación de este Concurso, Lorca daría una serie de conferencias en torno al cante jondo. Años más tarde, como resultado de todo este aprendizaje, expondría en Buenos Aires lo que se conoció como “Teoría del duende”, que al parecer nació de una apreciación que hiciera el cantaor Manuel Torre: “Todo lo que tiene sonidos negros tiene duende”.

A partir de este comentario inspiratorio, Lorca desarrolló toda una teoría para tratar de explicar ese misterio que existe en el arte, especialmente en el flamenco, y sin cuya experiencia éste no sería posible, al menos de forma sublime:

“Los grandes artistas del sur de España, gitanos o flamencos, ya canten, ya bailen, ya toquen, saben que no es posible ninguna emoción sin la llegada del duende.”

El Concurso de Cante Jondo de 1922 fue todo un éxito y sirvió, efectivamente, para la promoción de esta disciplina artística. Asistieron como invitados de lujo Antonio Chacón (jurado), La Niña de los Peines, Manuel Torre, La Macarrona, y, entre el público, artistas de la talla de La Argentinita, entre otros.

Los premiados más destacados fueron Diego Bermúdez Cala, El Tenazas, que llevaba largo tiempo retirado del panorama musical y de quien se dice que andó más de cien kilómetros para participar en este concurso, y un jovencísimo Manuel Ortega Juárez, Manolo Caracol, a quien, a pesar de su corta edad, ya se vio como una de las promesas del cante jondo del siglo XX.

Por supuesto, Lorca continúo estrechamente relacionado con este arte. Tanto es así, que en 1931, grabó cinco disco gramofónicos con diez temas de su Colección de canciones populares antiguas. Con La Argentinita al cante y a las castañuelas  y con él mismo al piano, interpretaron aquella recopilación de canciones de su tierra que el propio Lorca había armonizado.

En definitiva, la retroalimentación que se produjo entre el poeta y el arte flamenco fue superlativa en muchos aspectos. De hecho,  que la poesía de Lorca tiene mucho en su forma y en su fondo, en su ritmo y en su contenido, de flamenco, es algo innegable. Así las cosas, no es extraño que una gran cantidad de sus poemas hayan sido llevados a los escenarios por los más afamados cantaores.

El ejemplo más destacado es, sin duda, el Camarón de la Isla, que llegó a dar nombre a uno de sus discos con un poema de Lorca, “La Leyenda del Tiempo”, incluido en su obra teatral Así que pasen cinco años, drama cercano ya al surrealismo.

Probablemente sea este disco, producido por Ricardo Pachón, el que más Lorca rezume de toda la discografía de Camarón, por contener canciones como “La leyenda del tiempo”, “Nana del caballo grande” (poema extraído de Bodas de Sangre) u “Homenaje a Federico”. Recordar que, como el poeta, el disco fue realmente revolucionario en su tiempo.

Otros poemas de Lorca que medio siglo después  fueron cantados por Camarón son “Romance de la luna”, de su libro Romancero gitano, cargado de símbolos, o “Casida de las palomas oscuras”, que el cantaor transformó en una emotiva alegría.

Por su lado, Ana Belén y Manzanita gozaron de gran éxito al convertir en canción el popular “Romance sonámbulo” de Lorca, perteneciente a su Romancero gitano. Muchos otros cantaores de gran relevancia han llevado con emoción los versos del poeta granadino al cante, como hiciera, por ejemplo, Enrique Morente con La aurora de Nueva York.

Además, la figura del poeta ha servido de inspiración constante para la composición y puesta en escena de numerosos espectáculos con carácter flamenco. Llama la atención la gran cantidad de ejemplos de ello que estamos observando en lo que llevamos de siglo:

El 5 de abril de 2002, Rafael Amargo estrenaba en el Teatro Lope de Vega de Madrid su composición, “Poeta en Nueva York”, que luego sería vista por más de 200.000 espectadores a lo largo de su gira por todo el mundo.

La obra mezclaba los versos del poeta granadino con la esencia más pura del baile flamenco, interpretado por Amargo y otros veinte bailarines.

También en el año 2002, la Agencia Andaluza de Instituciones Culturales, en colaboración con el Patronato de la Alhambra y Generalife, instauraron el programa Lorca y Granada en los Jardines del Generalife, que continúa vigente a día de hoy.

“La figura de Federico García Lorca y el conocimiento que universalmente se tiene de su obra unidos al poder evocador del flamenco constituyen la fórmula perfecta que sustenta esta propuesta artística”, aseguran los organizadores de esta gran apuesta cultural.

En esta nueva temporada del programa, es el Ballet Flamenco de Andalucía el encargado de protagonizar ese encuentro entre el poeta, su tierra y el flamenco, y lo hace con el espectáculo “Tierra-Lorca”, que, bajo la dirección de Rafaela Carrasco, rememora el cancionero popular andaluz que marcó la vida y obra del poeta granadino.

El 24 de febrero de 2015, el Teatro Real de Madrid estrenaba mundialmente una de las grandes apuestas escénicas del año, El Público,  “drama confesional, delirante y misterioso de Federico García Lorca”, que era representado por primera vez en forma de ópera.

Compuesta por Mauricio Sotelo y con la participación de los cantaores Arcángel y Jesús Méndez, del bailaor Rubén Olmo, del guitarrista Cañizares y de Agustín Diassera, en la percusión, la obra  fue definida como “una ópera con alma flamenca”, capaz de aunar los elementos tradicionales de la ópera, la compleja esencia poética de Lorca y el misterio flamenco que impregna toda la obra del poeta de Fuente Vaqueros.

Casi al tiempo, también en el imponente escenario del Teatro Real, la cantaora Rocío Márquez estrenó su espectáculo “Ritos y Geografías de Federico García Lorca”. Acompañada por artistas de la talla de Pepe Habichuela, Arcángel, Miguel Ángel Cortés, Agustín Diassera o Leonor Leal, presentó ante el público madrileño una recopilación de las canciones populares que ya grabaran Lorca y la Argentinita en 1931, intercalándolas con fragmentos de la obra del poeta.

En 2024 el cantaor Miguel Poveda también aportó un nuevo trabajo inspirado en el “Poema del arte jondo” con el que está recorriendo los grandes festivales y escenarios nacionales e internacionales.

Sin duda, Lorca y flamenco, una relación simbiótica que naciera con una pureza abismal y fuertemente creadora para acompañar al poeta durante toda su vida, sigue aún, un siglo más tarde, dando frutos cargados de duende.

Diseñado por Nubemedia.