Lela Soto, una de las voces más destacadas del flamenco contemporáneo, presentó ayer en Madrid su esperado álbum debut “El fuego que llevo dentro”. En este primer trabajo, Lela rinde homenaje a su legado familiar, a los grandes nombres del flamenco y a las mujeres que, sin ser profesionales, dejaron una huella imborrable en el arte jondo. Con un enfoque innovador y lleno de frescura, Lela fusiona la tradición con su propio sello personal, creando una propuesta musical que honra su herencia mientras impulsa el flamenco hacia nuevos horizontes. Texto Natalia del Buey. Foto Demetria Solana.
Inaccesible. Cortesía, Altafonte
En la voz una leyenda y en el corazón su fuego
No hay un oído en Jerez que no conozca el apellido Soto Sordera. Tampoco, gracias a lo escuchado esta noche, quedan muchos en Madrid que no sepan de ellos.
Nacer en una familia con un nombre tan sonado es un regalo, pero es preciso anunciar la dificultad de ser recordado con presencia, personalidad y marca de identidad. Por suerte, cuando uno sabe sacar partido al duende que trae de cuna, lo único que puede nacer de aquello es un duende con más luz. Es así́ el caso de esta cantaora, Lela Soto, que se presenta con su primer trabajo en la gran capital para demostrarnos a todos que, una vez más, el flamenco y su esencia debe tener cabida en la música de nuestro país.
Fue tan bonito de su disco «El fuego que llevo dentro»
Abanderada a una frase que no puede definir mejor su proyecto, «El fuego que llevo dentro», recuerda en cada una de sus letras a los que le han hecho amar este arte que va en su sangre, haciendo una enumeración de padres, tíos, abuelos y primos que, como expresaba con tanta ternura, solo hay de ellos amor y más amor.
Lela Soto en el concierto de anoche, en Madrid, a la guitarra Rubén Martínez. Fotos @DemetriaSolana
Un amor que exprime a borbotones desde una garganta sin fin, que delicadamente y desde la intimidad se deja llevar por una maravillosa falseta de su compañero Rubén Martínez al sonido de una malagueña que duele y pellizca. Una voz que también disfruta entre compases y palmas de las que llama primas, por bulerías y tangos, y que termina con cierta rotura en el alma entonando la letra de su querido Ray Heredia.
Y dejándonos con ganas de más, puesto que podría ser la voz de Lela la banda sonora de cualquier momento de nuestras vidas, ese fuego que dice llevar dentro se escapa y lo quema todo. En una noche de homenaje a la gran familia jerezana, no solo suya sino también del flamenco, ella nos recuerda sin quererlo la importancia de sentirse arropado, acompañada en el que será el comienzo de una gran carrera por todos los que la han visto crecer, y que, desde hoy, podrán sentir el privilegio por haberla visto también nacer.