20 años ya desde que el guitarrista Raúl Olivar sacara su primer disco, Sueños (marzo de 2001). Un disco completamente instrumental, de composición propia, que refleja una visión personal de los diferentes palos del flamenco. Después vendrían otros tres, y otro más que está en proceso de grabación. Por Fernando Pastor
Ese vigésimo aniversario es el motivo por el que el próximo día 14, a las 19:00 horas, el Teatro Zorrilla de Valladolid acogerá un concierto de este guitarrista vallisoletano y su grupo.
Su segundo disco, Reflejo del Alma, ya incluyó cante, con las voces de Nieves Hidalgo y Rafa Escudero, entre otros.
En 2013 vio la luz su tercer disco, Un rincón para soñar, un disco más abierto ya que buscó integrar varios tipos de voces, no solo voz flamenca, como la de Rafa Escudero, sino también artistas como Javier Ruibal, Cristina Llorente, Carlos Chaouen, Jesús Cifuentes…con los que Raúl había colaborado anteriormente y quiso que estuvieran en su nuevo trabajo.
En 2018 grabó “Castellano”, de nuevo instrumental, buscando guiños a su tierra, Castilla, en las armonías y en las composiciones, adecuando el ritmo un poco a la música tradicional pero sin dejar de ser palos flamencos y guitarra flamenca.
En el concierto del próximo día 14, Raúl Olivar estará acompañado por José Luis Jiménez al cante, Alberto Farto a la percusión, Arturo Aguilar al baile, César Diez al bajo e Iván Carlón a la flauta travesera.
César Diez, Iván Carlón y Alberto Farto acompañan a Raúl Olivar desde el inicio de su carrera. Arturo Aguilar se incorporó al grupo a raíz de que el propio Raúl Olivar trabajase como músico en su compañía de baile, y José Luis Jiménez se integró en el grupo en 2013, a raíz del disco Un rincón para soñar. Un grupo artístico muy consolidado y de gran calidad.
Raúl Olivar adquirió la afición por la guitarra porque se crio en un ambiente familiar con mucha tradición musical. Su hermano tocaba la guitarra en canción de autor y su hermana es soprano.
En su casa se escuchaba muchísima música. Su padre siempre ponía cintas de casete de Paco de Lucía y un vecino, José Ignacio Neira, era un fenómeno de la guitarra al que Raúl le escuchaba todos días tocar por la ventana. Con todo ello él se fue aficionando a la guitarra.
Sus primeros pasos los dio como autodidacta, pero cuando vio que él solo no avanzaba más empezó a buscar quién podría enseñarle. En Valladolid había pocos maestros que pudieran hacerlo. Le hablaron de Luis Lara y fue su principal maestro, aunque también tuvo a Oscar Herrero, Manolo Sanlúcar, José Antonio Rodríguez, Cañizares, entre otros. Un largo bagaje formativo con grandes maestros.
Continuó componiendo sus propios temas, en todos los palos del flamenco, interesado sobre todo por la guitarra de conciertos, aunque sin rehusar tocar como acompañamiento al baile (así lo hace en la Escuela Profesional de Danza de Castilla y León) y al cante, en diferentes peñas.