La guitarra flamenca de concierto domina en el II Premio SGAE Paco de Lucía que gana el granadino Álvaro Martinete. Por Fermín Lobatón. Foto de Alvaro por @lamadrid
Es bastante conocido el primer encuentro entre el reconocido concertista de guitarra Agustín Castellón, Sabicas, y un apenas adolescente Paco de Lucía, que se acababa de incorporar en Chicago a la compañía de José Greco, donde ya trabajaba su hermano Pepe. Cuando el maestro escuchó sus interpretaciones, que inevitablemente reprodujeron toques de Niño Ricardo, guitarrista que era emblema de la casa familiar, cuentan que Sabicas —puede que sin ocultar ciertos celos artísticos— recriminó al joven que no tocase “sus cosicas˝, que un tocaor tenía que hacer sus propios toques. Con el tiempo, el genio de Algeciras llegaría a reconocer que aquella reprimenda lo marcaría de por vida, pues siempre se sintió compelido a elaborar creaciones originales y personales. De la historia, en cualquier caso, salió ganando la música flamenca gracias a la ingente obra creativa del de Lucía, que —junto las de sus coetáneos Manolo Sanlúcar y Víctor Monge “Serranito”— ampliarían los límites de la guitarra flamenca de concierto.
Cuando se cumplen diez años de su fallecimiento, la Fundación SGAE —con la colaboración del Instituto Andaluz del Flamenco y de la Fundación Paco de Lucía—celebró en el Teatro Central de Sevilla la final del II Premio de Flamenco que lleva el nombre del maestro, un certamen pensado para «estimular y reconocer la creación de los compositores vinculados al flamenco». La relación de finalistas reafirma el reconocido valor de la guitarra como vehículo de la evolución de la música flamenca, un camino iniciado hace un siglo con maestros como Don Ramón Montoya, que ha contado con una continuidad, en forma de sucesivas generaciones, que parece inagotable. Los artistas que accedieron a la final de este premio son una buena —aunque obviamente reducida—muestra de ello.
De los ocho finalistas, cinco habían presentado composiciones para guitarra flamenca de concierto: la gallega Roxana Mouriño, la murciana, formada en Jerez, Mercedes Luján, el algecireño Francisco Gutiérrez, el jerezano Manuel Valencia y el granadino Álvaro Martinete. Junto a ellos, dos representantes de la flauta con inspiradas composiciones: por alegrías la del sanluqueño Diego Villegas y Víctor Franco, y por fandangos la del onubense Francisco Roca. Una relación que completó el percusionista Ramón Porrina. Todos defendieron sus obras en directo ante un jurado compuesto por el guitarrista Tomatito, el pianista Dorantes y el armonicista Antonio Serrano, junto a Juan Carmona, en representación de la Fundación SGAE, y Lucía Sánchez Varela en la de Paco de Lucía.
El jurado no lo tuvo fácil para otorgar los cuatro premios que estaban previstos, especialmente el primero, por el que compitieron, con estrecho margen, Manuel Valencia y su impecable taranta Tierra negra, y Álvaro Martinete con la brillante bulería por soleá Acera del Darro. La balanza se inclinó finalmente por el de Granada gracias a «la seguridad mostrada encima del escenario», según reveló el propio jurado en nota de prensa. El primer premio ha estado dotado con 6.000€ y el segundo con 3.000€. El tercero (1.500€) fue para Francisco Roca por sus fandangos y el cuarto (1.200€) para la guitarrista Mercedes Luján, que dedicó su taranta al maestro de Lucía.
La gala de esta final dejó el buen sabor de boca de una música inspirada y compuesta por jóvenes valores. Quizás porque como afirmó Rubén Gutiérrez, director general de la Fundación SGAE, para cerrar la ceremonia, hay que celebrar que “en tiempos de guerras y catástrofes” ocurran eventos como este, en tanto suponen “una verdad humana, que no solo es hermosa, sino profundamente ética”.
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