Antonio Canales dará un único pase el 5 de octubre en Teatro Flamenco Madrid, el nuevo espacio flamenco del barrio de Malasaña. El bailaor interpretará su espectáculo más íntimo para el afortunado público que consigo entrada. Foto: Beatrix Mezi
Dejamos esta entrevista de Antonio Canales, donde se muestra sus opiniones sobre el baile, flamenco y su propia trayectoria: “Hay una explosión, sin control, de modismos y de modas”.
– Antonio ¿cómo le surge el baile a una persona, es una cuestión de latido, de enamorarse del movimiento?
Creo que hay muchas vías por las que llega ese tren al corazón. Algunas personas lo descubren al momento, a otras hay que ayudarles a ello, y muchas otras jamás se enteran que nacieron para bailar. Es un soplo invisible.
– ¿Cuándo y cómo te diste cuenta que eras bailaor?
Mucho antes de tener uso de razón me cuentan que ya bailaba al escuchar a mi madre majar el gazpacho. Pero cuando decidí y supe que mi vida sería el baile, tendría yo no más de siete años. Fue un día inesperado al ver en TV bailar a Nureyev en Romeo y Julieta.
– ¿A lo largo de tu carrera, sentiste la necesidad de dar al flamenco algo que no estaba dentro de él?
Sí, era inevitable, eso ocurrió allá por los años 80 durante la Movida Madrileña. En aquellos momentos todo era una revolución personal y artística. Donde creo que todos nos montamos en la misma Ola. Porque ese nuevo renacer de la vida y la libertad era la máxima razón de ser.
– ¿Qué es fundamental a la hora de bailar, el conocimiento, la pasión, la técnica, la sangre?
Todo tiene su justa medida, el conocimiento te hace amar sin límites tu vocación, o por el contrario acabar detestándola. La pasión pone huevos y semillas en tu afán diario. La técnica te da alas y te hace ser más libre a cada momento. Y la sangre es el vademécum del ser humano, imposible de evitar.
– ¿Se sabe apreciar en España este tesoro que tenemos llamado Flamenco?
Nosotros somos la tierra del sol, del son y la sal y es imposible que al ver, oler y saborear ciertas cosas se nos haga la boca agua sin tenerlo que pensar ni mucho ni poco. Otra cosa es en qué manos está la cultura española, y tristemente este es el peor cáncer que padece el Flamenco desde su nacimiento. Porque normalmente está en manos de la Ignorancia.
– ¿Cómo encuentras el baile en estos momentos?
Creo que hay una explosión, sin control, de modismos y de modas, pero también sé que el Baile Flamenco no lo es, con lo cual lo efímero y sin fundamento caerá en el olvido, y lo que esté bien construido sobre los cimientos del trabajo, la disciplina y el buen hacer acabará siendo el edificio que soporte el devenir de las nuevas generaciones.
– ¿Qué se siente al bailar?
-Es todo un universo de sentimientos. Un desafío constante a la gravedad, una vida atada al equilibrio perpetuo. También es superación personal y mística para intentar construir un mundo maravilloso, y hacer que seamos cada día un poquito mejores. Ser el pincel que pueda pintar la vida de colores en movimiento.
– ¿Puedes dar algún consejo a los que comienzan en este mundo del baile?
No se juega con las cosas del alma. El baile puede ser la mejor de las madres y la peor de las madrastras; eso depende de ti. Si lo sientes no lo dudes. Lánzate y que el corazón hable por tu cuerpo.
– ¿Ha cambiado la forma de sentir el flamenco, me refiero a la forma tradicional, cante, toque y baile? Parece que hay una corriente solo en busca de la innovación…
Estamos en un momento de crisis espiritual y esto es muy peligroso. No solo de pan vivirá el hombre. Y necesitamos esos espacios y esas ayudas quizás mucho más que otras disciplinas del arte, ya que nuestra carrera es corta y muy intensa. Somos la clausura personificada y debemos hacer votos al martirizante y doloroso mundo de la belleza. El bailarín no puede permitirse dejar de ser niño y siempre necesitará el pecho como alimento. No hay que temer a la innovación, me da mucho más miedo la frivolidad. El flamenco nunca se perderá por mucha agua que caiga en Almería.
– ¿Tienes algún proyecto entre manos que nos puedas contar?
Mis proyectos se han convertido en algo muy a corto plazo y, esto es: que no se pare dentro de mí jamás el motor de la ilusión diaria. Pero lo que sí es cierto que mi Compañía Ballet Flamenco Antonio Canales ha comenzado una nueva andadura reponiendo “TORERO” y en el último trimestre de este 2018 estaremos de nuevo en una gran gira internacional.
– ¿Tienes algún cantaor o tocaor que te haga sentir con más intensidad el baile?
Sí, por supuesto, pero son tantos que nombrar a unos sería desmerecer a otros. Hay muy buena casta en la juventud, y yo soy un verdadero Drácula de las energías. Aún prefiero quedarme en la orilla de los inmortales, que son la fuente de mi inspiración, como Carmen [Amaya], Camarón y Paco [De Lucía].
– ¿Con qué baile te sientes más identificado o cual es el que te da mayores vibraciones?
Sin duda por “Tangos”. Es un karma que lo tengo tatuado en las venas. (Risas)
– ¿Es la energía fuente del baile o es la calma intranquila y bien llevada la que levanta el alma?
Según en qué momento te encuentres y qué etapa estés atravesando. Se puede ser un mar en calma y también la tormenta perfecta. Lo que sí es cierto que la energía es el hilo conductor de todos los estados de ánimo. Sin ella; apaga y vámonos.
– Llevas veinticinco años con Torero de gira internacional ¿Cómo se consigue estar tanto tiempo y mantener la candela viva y quemando?
Ese misterio no te lo puedo desvelar, te puedo dar una pista: Vengo de otro planeta.